Categorías
Videocolumna

Sheinbaum presenta su propuesta de combate a la corrupción

Categorías
Destacado Videocolumna

El no carisma de Claudia

Categorías
Artículos

El dilema de Claudia

Claudia Sheinbaum trabaja para ganar la elección de 2024 con dos tercios del Legislativo. En esa lógica se inscriben muchas de sus decisiones recientes más polémicas, como la alianza con el PES y el PVEM y la candidatura de Omar García Harfuch, que en buena medida se explica como una apuesta para generar un efecto arrastre en la elección de diputados.

Este último caso, sin embargo, excede toda proporción. Constituye un acto de pragmatismo extremo que podría terminar por ser contraproducente, por lo agraviante que está resultando para un sector de Morena y la izquierda.

Lo que Sheinbaum no ha comprendido es que, en su apuesta por ofrecerle a las clases medias y a los fifís de la CDMX un perfil de su agrado (y pagarle una suerte de derecho de piso a los ricos de México), podría terminar por distanciarse de la base obradorista, que no aceptará fácilmente un perfil que podría representar el principio del fin para la 4T.

La candidatura de García Harfuch catapultaría al personaje como un presidenciable y podría ser el primer error político potencialmente grave de Sheinbaum, pues alienaría a una parte importante del obradorismo y podría debilitar su liderazgo con los de casa.

Esa militancia que durante años ha hecho trabajo de base, formado comités y tocado puertas en uno de los bastiones históricos más importantes para la izquierda —la Ciudad de México— de pronto atestiguaría al aterrizaje forzoso de un perfil que —sin ningún trabajo político— aparecería en la posición más relevante de todas.

¿Cómo explicar a la militancia que “una hija del 68” apoya a un nieto de los que participaron en el entramado represivo del movimiento y a un hijo de los que operaron la Guerra Sucia? ¿Cómo respaldar a un personaje tan genéticamente situado “del lado incorrecto de la historia”? Es como si el Partido Socialista Chileno impulsara la candidatura del hijo de un general de Pinochet.

La disputa política al interior de Morena podría escalar, además, a medida que se acerque la encuesta y se evidencien la serie de irregularidades que se están cometiendo. Cada vez se presentan más casos de cómo funcionarios del Gobierno de la Ciudad operan irregularmente a favor de Harfuch. Al menos son dos secretarios —notoriamente Rigoberto Salgado, secretario de Inclusión y Bienestar—, además de Víctor Hugo Romo y el sindicato del Metro.

En torno a la candidatura del policía están claramente agrupados los poderes fácticos: empresarios, televisoras, grandes medios. Están de su lado también políticos muy cuestionados, como el exsecretario particular de Emilio Gamboa, Juan José Lecanda, y el exconsejero jurídico,Julio Scherer Ibarra, el “traidor de Palacio”. Un misterio es también el papel de Ninfa Salinas dentro del equipo de campaña, aparentemente muy influyente en el cuarto de guerra.

Con mucho dinero de por medio, quienes promueven la campaña de Harfuch buscan instalar la idea de que él es “el bueno” y ya ganó. No hay que perder de vista, sin embargo, que Morena debe postular al menos a cuatro candidatas mujeres para las nueve gubernaturas en disputa y existe un acuerdo político —avalado por el Presidente— para ubicarlas preferentemente donde tengan más intención de voto, sin importar si ganan la encuesta o no.

Junto a Rocío Nahle, Clara es de las mujeres más competitivas y mejor posicionadas en el país. ¿Será más fuerte el pragmatismo o la sororidad de Sheinbaum hoy que “es tiempo de mujeres”? ¿Permitirá la exjefa de Gobierno que otra mujer, además de ella, nos haga soñar?

Categorías
Canal de Youtube de Hernán Morena Videocolumna

¿Claudia claudica?

Categorías
Artículos Destacado

La nueva Claudia

Unos días antes de celebrarse el proceso interno de Morena, cuando la revista Proceso llevó a portada una nota donde criticaba duramente la actuación de Claudia Sheinbaum frente a las víctimas de los sismos de 2017, la contendiente subió un tuit de respuesta: “Tuve el privilegio de conocer a Julio Scherer García, periodista excepcional. Llegué a repartir como voluntaria la revista Proceso el autoritarismo del gobierno no permitía su distribución (sic). Es una desilusión y una pena en lo que ha derivado este medio”.

A mi juicio, la reacción fue poco afortunada porque, en lugar de hacer aclaraciones o desmentir la información publicada, simplemente disparaba contra el mensajero. A juzgar por la redacción, la respuesta no parece haber sido suficientemente ponderada.

Qué distinto el mensaje que la futura candidata a la Presidencia divulgó el pasado viernes, cuando Xóchitl la acusó de estar detrás de quienes por error llamaron a demoler su casa: “Yo estoy a favor de hacer casas, no de demolerlas, como hice en la Ciudad de México. También estoy a favor de denunciar la corrupción inmobiliaria, como hice en la CDMX. La casa que me preocupa y ocupa es la casa de todos y todas”.

Qué distinto el tono de ese último mensaje. Mientras uno da la impresión de haber sido un acto impulsivo, escrito al calor del enojo, el segundo es un mensaje reflexionado que la acerca al tono de una estadista.

Pero hay más: el primer tuit se parece mucho al tipo de reacción que habría tenido López Obrador en cualquier mañanera. El segundo, en cambio, es el tono que está encontrando la propia Claudia frente a la nueva etapa que se viene.

Confieso que cuando leí aquel tuit, previo a la elección, sentí cierta preocupación. Claudia parecía estar pensando que puede responder y actuar igual que AMLO, sin darse cuenta que no es AMLO.

Aunque la ex jefa de gobierno tiene el encargo de mantener la agenda de López Obrador, junto a los valores y objetivos del obradorismo, no debiera actuar de la misma manera y abrir un nuevo frente de conflicto cada mañana. No puede pelearse con todo y contra todos.

La política es conflicto, sí, pero Sheinbaum tendrá que aprender a elegir sus batallas y darse cuenta de que hay cosas que solamente AMLO puede darse el lujo de hacer, por ser quien es.

Hago referencia a esos dos tuits porque cada uno representa una faceta distinta de Claudia Sheinbaum.

La nueva Claudia —la que surgió después de recibir el bastón de mando— es la que habla de unidad y “puertas abiertas”, la que invita a abrir el movimiento de transformación a todos aquellos que quieran sumarse, desde empresarios, comerciantes, trabajadores, personas de todas las religiones, libres pensadores, etcétera.

Aunque es pronto para saberlo, lo que este discurso y esos gestos podrían anticipar es un cambio de tono. Una ruta hacia la cicatrización que, con suerte, permitirá aproximarse nuevamente a sectores que se alejaron de la 4T, producto de una actitud que por momentos se antoja innecesariamente pendenciera por parte del Presidente.

Al mismo tiempo, la llegada de Claudia al liderazgo del movimiento, y más tarde a la presidencia, podría anticipar otros cambios positivos: entre otros, decisiones más racionales y menos voluntaristas, donde —sin hacer a un lado la sensibilidad social y política— se escuche más a los técnicos, los científicos y los expertos. Donde logremos recuperar un sentido de eficiencia en la conducción de las políticas públicas que parece haber quedado relegado a un segundo plano durante este sexenio.

Categorías
Canal de Youtube de Hernán Destacado

¿Y la violencia política de género contra Sheinbaum?

Categorías
Canal de Youtube de Hernán Destacado Videos

A quién prefiere Facundo, ¿Marcelo o Claudia?

Categorías
Canal de Youtube de Hernán Destacado Entrevistas Entrevistas de Calle Videos

Marcelo vs Claudia

Categorías
Artículos Lo más nuevo

¿Por qué debe ser Claudia?

Claudia Sheinbaum no es una figura que necesariamente emocione a las multitudes. A diferencia de López Obrador o incluso algunos gobernadores de Morena, la jefa de gobierno no es particularmente carismática.

Sus virtudes son otras. Quizás una de las más importantes es haber sido una funcionaria que se preocupa y se ocupa de los problemas. Sobre todo, que tiene los pies bien planteados en la tierra, y está alejada de la grandilocuencia y el ego de otros políticos.

Claudia no interpreta un personaje y está muy lejos a cualquier forma de actuación. Alejada de la frivolidad del poder, no le interesa el dinero y no tolera la corrupción ni los excesos. En ese sentido es la más cercana a López Obrador de todos los aspirantes a la Presidencia.

No solamente tiene el corazón en el lugar correcto y una visión de izquierda. También entiende algo muy importante que la 4T está necesitando hoy más que nunca: una gestión pública de calidad, capaz de dar más y mejores resultados.

En un momento como el que estamos es clave hacer una mejor administración para traducir el discurso de la 4T en realidades más palpables. Para ello, Claudia tiene buenas credenciales: como jefa de gobierno supervisó personalmente los temas más importantes y les dio un seguimiento puntual.

Metódica y ordenada, Sheinbaum gestiona con un rigor cercano al de una científica. Una de sus cualidades más notables, probablemente, ha sido el ser especialmente exigente con su equipo de trabajo.

No solo les reclama eficiencia y resultados, también le irrita profundamente –y no lo disimula— que le den largas, que simulen estarse ocupando de un problema o incluso que sean socialmente insensibles.

Es sabido que frecuentemente regaña a sus colaboradores. Más de uno refiere anécdotas que lo ilustran. Lo hizo muchas veces con la secretaria de Salud durante lapandemia (“no quiero cifras alegres aquí”, relatan que le dijo varias veces durante la pandemia). Y lo ha hecho también con otros funcionarios más.

Sus colaboradores señalan que en una ocasión echó a una funcionaria de la secretaría de Gobierno de su oficina por mentirle descaradamente. Siempre he pensado que sería fabuloso que se filtrara a la prensa un episodio como esos: ilustraría como pocas cosas de qué madera está hecha Claudia.

La exjefa de gobierno sufre la ineficiencia como pocas cosas, padece la ineptitud de sus subordinados y es intolerante ante la estupidez. Por eso es de mecha corta, y a veces tiene exabruptos.

Algunos crean que ese temperamento es un defecto. Pienso, sin embargo, que ese tipo de rasgos hoy son cualidades más que necesarias en quien habrá de tomar las riendas de la 4T, que hasta ahora no ha brillado por la eficacia administrativa.

Y es que gran parte del obradorismose ha quedado en el plano discursivo. Hoy hace falta aterrizar las políticas en la realidad para entregar más y mejores resultados.

La izquierda está necesitando un buen gestor, alguien que, además de tener una visión transformadora del país, haga funcionar mejor ese aparato público que sigue quedando mucho a deber y, a la vez, que no incurra en actos de megalomanía.

Alguien capaz de traducir líneas generales de política pública –que suelen quedar en el terreno de la ficción—en realidades tangibles para la población. Claudia tiene todo eso muy claro.

Categorías
Artículos

El dilema de la sucesión presidencial

No es fácil para los liderazgos carismáticos resolver los procesos sucesorios. Sabemos bien que el carisma no es un rasgo hereditario. Por lo general, cuando líderes políticos del tamaño de López Obrador abandonan el poder dejan un vacío difícil de llenar.

En otros tiempos y latitudes, cuando este tipo de personajes se marchan se han visto luchas fratricidas que generan inestabilidad política, o incluso traiciones que llevan al abandono de agendas transformadoras. El Presidente quiere evitar estos riesgos.

Es evidente que AMLO está viendo con creciente preocupación una posible ruptura dentro de un movimiento político que surgió aglutinado en torno a su persona.

En lo electoral, el resultado del domingo pasado en el Estado de México, donde Morena solo ganó por 8 puntos (y no los 20 que algunos vaticinaban), debe haberle hecho pensar al Presidente que cualquiera de las cuatro corcholatas que decida romper podría poner en riesgo la victoria en 2024.

El nada despreciable resultado de Ricardo Mejía en Coahuila –aún sin tener el aval obradorista– refuerza esta misma tesis. AMLO comprendió a partir de esta elección que es necesario tener un plan B para el perdedor (incluso un plan C y D para el tercero y cuarto lugar).

Por eso es tan interesante lo que ocurrió el 5 de junio en esa famosa cena con las llamadas corcholatas, donde aparentemente se definió que el segundo y tercer lugar coordinarán a Morena en las cámaras de Senadores y Diputados.

Lo que vimos fue un muy anticipado reparto de poder, pero también una forma de evitar una crisis de gobernabilidad. En lo interno, porque quien finalmente sea el presidente necesitará el apoyo de los otros tres. En lo externo, porque habrá que negociar en el Congreso, donde no será fácil para Morena tener una cómoda mayoría.

En ese sentido, el Presidente sabe que solo Claudia Sheinbaum puede garantizar la continuidad, pero también está consciente de que, en caso de llegar, no tendrá la fuerza política necesaria, e incluso necesitará de buenos negociadores y profesionales de la política.

Marcelo ha demostrado ser uno de ellos. Es innegable que esta semana el todavía canciller pudo y supo hacer lo que muy pocos: ponerle la agenda a López Obrador.

Al respecto, vale la pena recuperar la carta que el canciller le mandó a Mario Delgado el 11 de diciembre, donde planteaba tres demandas principales, una de ellas la renuncia anticipada de los contendientes a sus puestos, donde predicó con el ejemplo al madrugar a sus contrincantes.

Es evidente que ni a Claudia Sheinbaum ni a Adán Augusto les convenía dejar sus cargos, especialmente el segundo, quien sin la secretaría de Gobernación perderá todo lo que hasta ahora le ha dado tracción a su candidatura y capacidad de operarla políticamente.

Aparentemente, Ebrard habría logrado otra victoria más: vetar a tres de las encuestadoras que demostraron el peor performance en Edomex, y que hasta ahora han sido empleadas por el partido en sus encuestas: Mendoza, Blanco y Asociados; Covarrubias y Enkoll. Habrá que ver ahora quiénes harán la encuesta y de qué manera.

Un punto particularmente interesante de la carta que Marcelo envió a Delgado es la demanda de que la encuesta no solo sea realizada, sino también supervisada –subrayo esta palabra—de manera independiente. Ahí posiblemente esté un elemento clave que podría darle al proceso interno la credibilidad necesaria.

Probablemente esto habrá de definirse este domingo en el Congreso Nacional de Morena o en los días sucesivos.