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Austeridad republicana no es estilo de vida

–Hernán Gómez Bruera–

 

El viernes pasado se dio a conocer una investigación periodística a cargo de Latinus y Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI), donde se muestra la casa en la que habita José Ramón López Beltrán, hijo mayor del presidente López Obrador, en Texas. 

El enfoque del reportaje se centra en el lujo de la residencia, y en lo que se antoja como una incongruencia frente al discurso de austeridad republicana de esta administración. 

Pero, ¿estamos entendiendo bien el concepto de austeridad republicana? ¿No estamos confundiendo el estilo de vida con la ética en el ejercicio de gobierno? 

No hay que confundirse: una cosa es la apuesta personal de vida de López Obrador –a quien se le agradece no haber vivido en la ostentación de otros políticos– y otra es cómo elijan hacerlo sus familiares, especialmente cuando ya están en edad de vivir por sus propios medios. 

El problema, quizás, es que el propio presidente ha contribuido con su discurso a confundir una cosa con la otra. Pero más allá de que pueda haber un poquito de demagogia en esta parte del discurso presidencial, la esencia de la austeridad republicana –que no es equiparable a estilo de vida– radica en el ejercicio de los recursos públicos. 

Esa austeridad tiene que ver con el hecho de que las dependencias y funcionarios del gobierno no derrochen recursos en emolumentos innecesarios: que no tengan 15 choferes, una flotilla de autos a su disposición, bonos para comidas, chefs privados, etc, pagado todo con recursos públicos, cual si estos fueran su patrimonio personal.

Lo importante no es la forma en que elijan vivir los funcionarios públicos en la esfera privada. No es qué reloj utilizan, si viven en una casa grande o una casa chica, si comen en una fonda o si van al San Ángel Inn. 

Mientras no se emplee el dinero de nuestros impuestos y los bienes en cuestión se obtengan de forma lícita, cada funcionario puede vivir como le plazca a partir del producto de su trabajo o de su patrimonio, si este es bien habido. Naturalmente, lo mismo ocurre con los familiares del presidente.

Esta es una diferencia fundamental, aunque el propio López Obrador frecuentemente mezcle un discurso con el otro, abriéndole así un flanco a la prensa opositora que hoy lo está explotando con habilidad y destreza. 

Y es que solo a partir de esta confusión puede entenderse que pueda ser un escándalo el reportaje de Latinus y MCCI.

En realidad, lo que debería ser la nota principal apenas aparece tangencialmente en el reportaje. ¿No es extraño eso? Porque justamente el tema de fondo sería que la casa de la nuera de López Obrador perteneció antes a un alto ejecutivo petrolero. La nota no debería ser el patrimonio en sí de la esposa del hijo de AMLO, sino si ésta se obtuvo por medios legales o no.

Por eso llama tanto la atención que el reportaje de Latinus se vaya por un aspecto tan sensacionalista como el estilo de vida de López Beltrán y su esposa, y que hasta este momento se haya dicho tan poco sobre lo que podría ser el tema medular. ¿Por qué eso no se desarrolla ni se explica en el reportaje, tan solo se deja una insinuación en el aire? 

Lo único que se desprende de esto es que la nuera de López Obrador rentó una propiedad a un ejecutivo petrolero, y que después fue comprada por la esposa de José Ramón López Beltrán. Hasta ahí no había nada indebido ni se acreditaba un conflicto de interés. Si hubiera mayores evidencias el propio reportaje debió señalarlas más claramente. 

Por eso la nota probablemente se centra más en mostrar la alberca, la casa, la decoración y todo aquello que hace de forma alarmista sin entrar al que podría ser el tema de fondo.

Recordemos que cuando estalló el escándalo de la Casa Blanca se mostró de forma bastante más precisa cómo Grupo Higa mandó a construir la casa para el matrimonio presidencial, cómo se dieron los contratos públicos con esta misma empresa, y cómo la propia ex Primera Dama confirmó la relación. Las cosas estaban muchísimo más claras. 

Al menos en la primera versión de esta investigación sólo se señalan de forma aislada ciertos hechos, sin establecer su relación. 

Lo poco que sabemos de Carolyn Adams –la esposa de José Ramón– es que trabaja en empresas del ramo petrolero que han participado en contratos con Pemex desde mucho antes de que empezara esta administración. Los trabajos que hace esta empresa son clave para Pemex. 

El gobierno de Peña Nieto le dio un contrato por 65 millones para 4 años, mismo que se renovó con un contrato de 85 millones en este gobierno. Mientras no se logre demostrar que los contratos se salen de la normalidad, difícilmente se puede hablar de un conflicto de interés patente. 

En realidad, lo que hasta ahora hemos visto en torno al caso es fundamentalmente alarmismo amarillista.

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Nuevos casos de despilfarro y lujos en el INE

Hernán Gómez Bruera

Este año está programada la consulta de revocación de mandato para llevarse a cabo en abril, y el INE ha reiterado no contar con los recursos necesarios para llevar a cabo ese ejercicio inédito de democracia participativa.

En otras ocasiones me he referido a la gran cantidad de recursos que el INE pierde en gastos suntuosos (https://bit.ly/33orHNc, https://bit.ly/3Fb6Udm). Solo por mencionar algunos datos: cada consejero del Instituto Electoral cuenta con una bolsa mensual de 722 mil pesos para asesores y con un fondo de 143 mil pesos al año para comer fuera de las instalaciones del Instituto.

En días pasados, la periodista de Contralínea, Nancy Flores, publicó una investigación (https://bit.ly/3HYWz6f) en la que analizó otros gastos sumamente altos: sólo en 2021, el INE erogó mil 228 millones de pesos en arrendamiento de edificios y locales, vehículos, bienes informáticos, maquinaria, equipos de comunicaciones e inmobiliario.

Tan solo en concepto de “renta de vehículos”, el INE tuvo un gasto asignado de ¡373 millones de pesos! Por concepto de “difusión de mensajes sobre programas y actividades institucionales” fueron 134 millones; por “servicios de lavandería, limpieza e higiene” fueron 95 millones y en “gastos relacionados con actividades culturales, deportivas y de ayuda extraordinaria” se fueron otros 54 millones de pesos.

Por si esto fuera poco, en una investigación propia encontramos que entre 2019 y 2021, la élite del INE se regaló una cobertura de seguros médicos privados que costó nada más que 253 millones 400 mil pesos. Este seguro –que sería la envidia de cualquier ciudadano en este país– cubre solamente a los altos puestos del Instituto, tales como los consejeros, sus asesores, directores de área, vocales de juntas distritales y otros puestos altos.

(Aquí se puede consultar contrato del INE con la aseguradora: https://bit.ly/3Gico7z)

Cabe mencionar que, en el contrato del INE con la aseguradora de 2019-2021, las consultas psicológicas solo incluían enfermedades graves, accidentes, sufrir un robo o un asalto. Para el 2022, los altos directivos plantean ampliar todavía más esta póliza para que incluya también coberturas psicológicas en caso de contraer Covid-19.  Es decir, que con nuestros impuestos se cubren “los daños psicológicos” que tengan los altos funcionarios del INE ante cualquier posible eventualidad.

Cada día que pasa salen a la luz pública más gastos suntuosos del INE y se vuelve más evidente que el Instituto tiene de dónde sacar más recursos para llevar a cabo la revocación de mandato. Si bien recortar gastos suntuarios no liberaría todo el presupuesto necesario para la consulta, apretarse el cinturón sí les daría autoridad moral para poder reclamar más.

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¿Otra vez el INE «sin dinero»?

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Hernán Gómez Bruera

 

La Cámara de Diputados aprobó el presupuesto de Egresos de la Federación el domingo por la madrugada. Uno de los puntos más álgidos del debate giró en torno a los recursos para el INE, cuyo presupuesto se redujo en 4 mil 913 millones de pesos de los 24 mil 649 millones solicitados. 

Una vez más un grupo de consejeros ha puesto el grito en el cielo. Lorenzo Córdova, Ciro Murayama y Jaime Rivera declararon que esa disminución de recursos ponía en riesgo la organización de la revocación del mandato. Nuevamente el argumento es que los recursos no le alcanzan. 

He hablado ya de cómo tenemos un INE groseramente caro (shorturl.at/juH25). El instituto derrocha buena parte de su presupuesto en una inmensa burocracia. Por ejemplo, sólo en la subdivisión de transparencia tienen una estructura gigante de 109 funcionarios, más de lo necesario. Además, la titular de esta área gana 133 mil pesos netos cada mes, dos directores ganan 93 mil pesos netos.

Pero además están los lujos de los consejeros electorales. Cada uno de estos tiene una bolsa mensual de 722 mil pesos para sus asesores que puede distribuir como quiera. Algunos de esos asesores llegan a ganar hasta 104 mil pesos al mes netos.

Los consejeros, con todo y prestaciones, ganan 263 mil pesos mensuales. Además, cada uno puede gastar hasta 11 mil pesos en comidas al mes. Para dar una idea de los recursos que gastan: en todo 2019, el consejero presidente, Lorenzo Córdova, se despachó 114 mil 127 pesos en restaurantes, solamente superado por Ciro Murayama, quien gastó 143 mil 640 y Benito Nacif, con una cantidad similar. Si el INE no derrochara en estos lujos, tendría mucho más dinero. 

Pero hay más. La institución electoral no es ajena a la corrupción. Este año, por ejemplo, el propio Órgano Interno de Control (OIC) del instituto externó su preocupación porque encontró que en diversas licitaciones de 2020 se aplicaron criterios arbitrarios para la contratación de servicios. 

Por ejemplo, se adjudicaron contratos por “servicios de gestión por procesos” (lo que sea que eso signifique) por 91.9 millones de pesos; por “servicios de una casa productora para campañas institucionales” dieron un contrato de 55.6 millones de pesos;  por ¡servicio de comedor gastaron 48 millones de pesos!, y por “servicio de desarrollo en materiales de difusión” desembolsaron 15.8 millones. Estamos hablando de 211.3 millones de pesos que el INE entregó a empresas particulares mediante contratos otorgados de forma irregular.

No es la primera vez que el INE hace adjudicaciones de esta manera. Aunque hoy parece olvidado, hace un año se vinculó a proceso penal a Bogart Montiel Reyna, el ex director ejecutivo de administración del instituto (quien se encargaba de las compras y contratos), por un contrato irregular por 105 millones de pesos para taquizas, banquetes y parrilladas. 

Este funcionario fue vinculado a proceso y aunque el órgano electoral decidió respetar la presunción de inocencia y no retirarlo de funciones. Pero lo más increíble y cínico del caso es que cuando este servidor público tuvo que presentar su renuncia Lorenzo Córdova le hizo un reconocimiento público. 

Finalmente, en días recientes, en medio de la polémica por el recorte presupuestal, el secretario de Gobernación sacó a la luz pública que el INE contaba con varios fideicomisos cuyo total sumaban mil 343 millones de pesos. 

¿No que no había dinero? Aunque Ciro Murayama salió a defender estos recursos, que supuestamente no se pueden usar por ya estar comprometidos. Ojalá el INE quiera dejar de vernos la cara. Dinero hay, es cuestión de que se adapten a la lógica de la austeridad y dejen de vivir como reyes.

 

 

16 de noviembre de 2021

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¿Y la responsabilidad del INE?

Para que la consulta resultara en una baja participación tuvieron responsabilidad varios actores: desde el Congreso y la Suprema Corte, hasta un presidente que tuvo una actitud ambigua, pasando por un partido –Morena—que no logró generar una movilización y organización suficientes.

Pero el INE también tiene responsabilidad.

Alejado de la lógica de austeridad, que nunca le ha importado, lo primero que se le ocurrió al presidente del instituto fue pedir una enorme suma de dinero.

Para instalar 104 mil mesas receptoras pretendía que el Congreso le diera mil 400 millones de pesos más. Como obviamente no le fueron concedidos, recurrió a Hacienda a pedir una ampliación. Aunque esta vez fue un poquito más recatado (pidió 890 mil), tampoco se la otorgaron. 

Lorenzo Córdova finalmente hizo lo que tenía que hacer: ocupar 528 millones de pesos de ahorros, aunque solo para instalar 57 mil mesas receptoras, con lo que se pudieron instalar tan sólo un 34% de las casillas.

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Un INE groseramente caro

Lorenzo Córdova ha venido insistiendo que no alcanzan los recursos para organizar la consulta del próximo 1 de agosto. Como Hacienda se negó a darle mil 500 millones adicionales, se optó finalmente por colocar 34% de casillas que se usaron en las elecciones intermedias. En realidad, podría haber alcanzado para muchos más si Córdova y los suyos hubieran estado dispuestos a vivir en la justa medianía y manejaran el presupuesto con más pudor, como si fuera el de sus propias familias.

Para empezar, el INE podría revisar el sueldo de sus consejeros que, con todas las prestaciones, ascienden a 263 mil pesos mensuales brutos e incluyen un seguro médico privado y otro de separación individualizada, que cuesta unos 270 millones de pesos anuales (https://bit.ly/3yc0aJ0). Salvo dos consejeros que aceptaron devolver la mitad de su sueldo a la Tesorería –y que, para no avergonzar al resto, el INE ha ocultado en sucesivas solicitudes de transparencia (https://tinyurl.com/ye6ftlsb; https://bit.ly/2Uh1onS)—, el grueso se amparó desde enero de 2019 para mantenerlo igual y, peor aún, incrementarlo.

Cada uno de los 11 consejeros, además, recibe una bolsa mensual de 722 mil pesos para asesores. Mientras que a un secretario de Estado, apenas se le permite tener unos cuantos;, tan sólo Lorenzo cuenta con 11, cinco de los cuales ganan más que López Obrador. En total hay 117 asesores para los consejeros.

En bonos de productividad para el personal del Servicio Profesional Electoral (más de mil 827 trabajadores), el instituto gastó este año 13 millones 184 mil pesos, según información proporcionada por la oficina de Comunicación Social.

Además, en dos ocasiones –abril y junio– se le dio a todo el personal, salvo consejeros, dos bonos que duplicaron sus sueldos, para compensar la carga adicional de trabajo en el momento en que, paradójicamente, deben cumplir su principal razón de ser.

Por si esto fuera poco, los consejeros pueden gastar hasta 11 mil pesos en alimentación fuera del instituto. En todo 2019 Lorenzo se despachó 114 mil 127 pesos, solamente superado por Ciro Murayama, quien gastó 143 mil 640 y Benito Nacif, con una cantidad similar (https://bit.ly/3juHcJC).

Entre 2014 y 2020 los consejeros del INE gastaron 2 millones 346 mil pesos: Lorenzo se embolsó 707 mil 849, y el glotón Murayama 803 mil 739. Si se hubieran ahorrado ese gasto, hoy se podrían instalar 577 casillas más para la consulta e imprimir 1 millón 154 mil.

Hay otros gastos más, como proyectos millonarios que no necesariamente son urgentes. Recientemente Santiago Nieto señalaba que tan solo el presupuesto anual destinado a recursos materiales, para mejorar el edificio central del INE, equivalía a todo el presupuesto de la Fepade en 2018 (https://bit.ly/2Uh1onS). Desde luego que hay dinero, y de sobra. Hagan bien las cuentas.

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Presidenta del INAI: hemos tomado medidas para ir a tono con la política de austeridad

Hemos tenido acciones específicas para ir a tono con la política de austeridad que este país requiere. De 2018 a 2021, el INAI ha reducido el 23.3% de su presupuesto, explicó Blanca Lilia Ibarra, comisionada presidenta del INAI.