Para que la consulta resultara en una baja participación tuvieron responsabilidad varios actores: desde el Congreso y la Suprema Corte, hasta un presidente que tuvo una actitud ambigua, pasando por un partido –Morena—que no logró generar una movilización y organización suficientes.
Pero el INE también tiene responsabilidad.
Alejado de la lógica de austeridad, que nunca le ha importado, lo primero que se le ocurrió al presidente del instituto fue pedir una enorme suma de dinero.
Para instalar 104 mil mesas receptoras pretendía que el Congreso le diera mil 400 millones de pesos más. Como obviamente no le fueron concedidos, recurrió a Hacienda a pedir una ampliación. Aunque esta vez fue un poquito más recatado (pidió 890 mil), tampoco se la otorgaron.
Lorenzo Córdova finalmente hizo lo que tenía que hacer: ocupar 528 millones de pesos de ahorros, aunque solo para instalar 57 mil mesas receptoras, con lo que se pudieron instalar tan sólo un 34% de las casillas.