Las interrogantes que deja Scherer

Este artículo fue enviado a El Heraldo de México para ser publicado el 7 de septiembre de 2021 pero no fue incluido en el número de ese día.

López Obrador fue generoso con Julio Scherer. Optó por honrar la memoria de su padre y una amistad de años, aún a pesar de los meses previos de tensión.

 Scherer –un hombre inteligente, incluso brillante— dijo que se había cumplido “un ciclo”, esa manera que tenemos de no explicar las verdaderas razones por las cuales nos vamos o nos echan de algún lado.

 Entre los círculos de poder, sin embargo, las cosas se saben, aunque no siempre se quieran contar. Y es sabido que el presidente no le perdona al ex consejero jurídico el papel que jugó en la última elección, donde –de la mano de su primo y aparente socio, Hugo Scherer–, promovió a candidatos opuestos a Morena en varios estados.

 Incluso un político de la oposición fue a contarle al presidente el papel que habían jugado los Scherer, al tramitar amparos a favor de Maru Campos en Chihuahua, en una lógica que parecía exhibir a un funcionario utilizando su poder e influencia para favorecer sus propios intereses.

 En su mensaje final, Scherer anunció que volvía a sus “actividades privadas”. Como periodistas, sin embargo, estamos obligados a preguntarnos si en verdad alguna vez se apartó de ellas porque ningún empresario está peleado con su dinero. ¿Ha estado Scherer libre de conflictos de interés?

 En sus declaraciones patrimoniales, el otrora consejero jurídico no consigna actividad empresarial. Tenía ingresos por su sueldo, renta de departamentos, fondos de inversión y un fideicomiso.

 ¿Por qué será entonces que en los más altos niveles del Ejecutivo, entre legisladores y dirigentes políticos se ha venido crecientemente hablando de “los negocios de Julio Scherer”?

 El ex consejero jurídico amasó un enorme poder. Es sabido que tuvo una gran capacidad para incidir en los fallos de jueces y magistrados y en una Fiscalía supuestamente autónoma.

 Las dimensiones y posibles consecuencias de ello aún no están claras, pero abren varias interrogantes. ¿Utilizó su poder sobre las instituciones de procuración e impartición de justicia solo para favorecer a la 4T o también sus propios intereses?

¿Qué se puede decir acerca de sus actividades como abogado litigante? ¿Realmente se apartó de ellas o utilizó  otros despachos para llevar casos en cuya resolución podía influir? ¿Porqué será que su huella parece haber quedado impregnada en tantos lados? ¿Por qué a pesar de su bajo perfil se habla de él con temor?

 ¿Será que este ex funcionario se tomó en serio esa máxima de la 4T –la que a mí y a otros nos hace ser simpatizantes de ella– de separar el poder económico del poder político?

 Es bien sabido que Scherer llegó al gobierno siendo un hombre rico. Sería lamentable que pasara a la historia por haberse marchado aún más rico. Quienes creemos en la autoridad moral de López Obrador y de este gobierno estamos obligados a cuestionárnoslo, más aún tratándose de una figura con tanta influencia.