Carta abierta a Franco Carreño, director general de El Heraldo de México

Esta carta se envió a El Heraldo como despedida a mis lectores, lamentablemente el periódico no la publicó

Ciudad de México, a 13 de septiembre de 2021

 

Sr. Franco Carreño

Director General

El Heraldo de México

Quiero en primer lugar agradecerle a usted y a todo el equipo de El Heraldo con el que colaboré a lo largo de estos casi dos años.

Empiezo por decirle que no tengo un problema con usted y lo respeto. En el fondo entiendo que mi salida tiene una explicación que no puedo ocultar a mis lectores. Esa explicación se llama Julio Scherer Ibarra. Ya sea por las presiones que ejerció el empresario y ex consejero jurídico de la Presidencia, ya porque alguien en el medio tenga algún interés en protegerlo, fui separado del diario sin siquiera poder despedirme de mis lectores.

Usted y yo sabemos que esta no es la primera ocasión en que las presiones de los Scherer (Julio y Hugo) se hacen patentes. Que los escritos en los que yo los mencionaba generaron tensiones desde septiembre de 2020, cuando alerté de que el ex consejero jurídico intentaba tirar la encuesta interna de Morena en el Tribunal Electoral.  Incluso usted sabe que en junio de 2021 me negué a retirar una columna en la que aludía a la conducta de Scherer en la última elección, información sobre la cual tenía buenas fuentes.

Sabemos también que finalmente, el día 2 de septiembre, uno de sus subalternos anticipó mi salida del diario para el día 15 de ese mismo mes, argumentando el término de un contrato que en realidad había expirado meses atrás, a pesar de que yo seguía publicando en el diario. También sabemos que, casualmente, justo el día que eso ocurrió yo publiqué otro artículo más, donde ya anticipaba algunas de las razones de la salida de Scherer del gobierno.

Además, cualquier lector atento puede ver que la línea editorial del periódico ha sido resaltar la “contribución de Julio Scherer”, como lo hicieron el lunes 6 de septiembre en términos sorprendentemente elogiosos, rindiéndole un homenaje al trabajo del ex funcionario. Lo hicieron como ningún diario lo había hecho, resaltando únicamente posturas positivas sobre su actuación, sin buscar ecuanimidad.

Desde luego, la directiva del diario es libre de tener esa línea editorial si eso conviene a sus intereses. Lo que no resulta legítimo –y se lo digo con todo respeto—es pretender que los columnistas que participamos en las páginas de opinión subordinemos nuestras plumas a esa visión. Lo que hace grande a un periódico no es el pensamiento único al estilo estaliniano, sino la diversidad de opiniones que pueden expresarse en sus páginas.

Por esa razón, la semana pasada les hice llegar mi versión sobre la salida de Scherer, a partir de la información que pude allegarme de las más diversas fuentes. Lamentablemente, ustedes optaron deliberadamente por no publicar esos textos. No tiene sentido tratar de justificarlo.

Hasta ahora, en los más de 20 años que llevo publicando en páginas de opinión nunca me había ocurrido algo así. Jamás me habían pedido modificar el contenido de una columna ni mucho menos las habían dejado de publicar sin una explicación válida. Incluso siempre se me dio la oportunidad de despedirme de mis lectores cuando ya no existía la posibilidad de continuar. Ustedes, en cambio, dejaron de publicarme de un día para otro.

Señor director: México no ha cambiado tanto ni todo lo que quisiéramos. Hasta ahora, nadie se había resuelto a cuestionar a Julio Scherer, tal vez porque hay un gran temor en torno a su figura. Yo lo hice porque estoy convencido de que ha sido el Talón de Aquiles para un gobierno que promete separar el poder económico del poder político. Por eso tengo la certeza de haber hecho lo correcto y que el tiempo me dará la razón.

Por lo que a mí respecta, esto es lo último que diré sobre el tema, pues no pretendo prolongar esta polémica ni ponerme en riesgo. Con suerte, algún día ustedes me ofrecerán una disculpa. Mientras eso ocurre, le pido que al menos tenga un gesto de caballerosidad y decencia, y publique esta carta en las páginas del diario para poder decir adiós a mis lectores. No lo olvide: Es a ellos –y a nadie más– a quienes usted y yo nos debemos

Saludos cordiales,

Hernán Gómez Bruera