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Santiago Tajada

Aunque cierto sector crea que Taboada es un hombre decente por su apariencia física, su manera “articulada” de hablar y su perenne sonrisa, el candidato a la jefatura de gobierno por el PRIANRD es un prototipo de mirrey bisnero, de esos que no conciben la política sino como un vehículo para hacer negocios al amparo del poder.

Cada vez es más claro que Taboada reprodujo el mismo esquema del cartel inmobiliario del PAN en la alcaldía Benito Juárez, por el cual hoy está detenido el ex alcalde de la demarcación, Christian von Roehrich.

El equipo del hoy candidato expidió terminaciones de obra y uso de ocupación de edificios que violan los niveles permitidos por ley. Al respecto, la SEDUVI reporta que su gestión es responsable de edificar hasta 40 obras irregulares con 66 niveles de excedentes: un quebranto de más de 7 mil millones de pesos.

Pero Taboada es también un gran encubridor de von Roehrich y sus hombres: Como alcalde debió ayudar en la investigación de las denuncias de los vecinos de la alcaldía para deslindar responsabilidades, pero prefirió proteger a sus comparsas del cártel inmobiliario, antes que a las víctimas.

En el debate del domingo pasado, Taboada no respondió porqué en 2016, antes de ser alcalde, adquirió un crédito por cinco millones de pesos para comprar una casa y la revendió cuatro años después al triple de su valor original a un proveedor de la alcaldía.

Según el Instituto de Transparencia de la Ciudad de México, por dos años consecutivos la alcaldía Benito Juárez figuró como la demarcación más opaca de la Ciudad de México. La alcaldía, además, fue calificada con cero en transparencia de programas sociales, presupuesto y beneficiarios a través de su portal, en la publicación de los resultados de licitaciones, así como en información sobre permisos y concesiones.

En la Cuenta Pública de 2022, la ASF encontró irregularidades por 14.4 millones en Benito Juárez, por no presentar evidencias de servicios, contratos de obra pública y adquisiciones.

Con relación a su patrimonio, es evidente que hay algo que Taboada no ha querido que sepamos. Pese a haber llegado a gobernar la alcaldía Benito Juárez en 2018, no dio su consentimiento para que sus declaraciones patrimoniales anteriores a 2021 sean públicas. Probablemente solo lo hizo a partir de que tomó la decisión de ser candidato.

Aún así, a partir de solicitudes de transparencia se ha podido saber que entre 2019 y 2021 el hombre que hoy aspira a gobernar la CdMx incrementó su patrimonio en tan solo dos años de 40 mil a 14.4 mdp. Al parecer, ello se sustenta como resultado de la enajenación de un inmueble cuya propiedad, empero, nunca declaró.

Las declaraciones patrimoniales públicas de Taboada, además, son un mar de inconsistencias y despiertan serias dudas. Por ejemplo, informó ser socio de una empresa llamada Casacon S.A. de CV, de la cual no hay registros en internet y cuyo domicilio corresponde a un edificio de departamentos, donde no hay ninguna empresa. Esto hace suponer que se trataría de una empresa fantasma.

Los ingresos de Taboada resultan inexplicables si se considera que solo ha sido propietario de un departamento de 98 metros cuadrados de 2.8 millones y desde 2011 se ha dedicado de tiempo completo –al menos eso suponemos– al servicio público.

Por todo esto y más, no hay mote más preciso que esa que le puso Clara Brugada a su contrincante panista en el debate del domingo pasado: Santiago Tajada.

@HernanGomezB

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La rebelión de las bases

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Clara y la rebelión de las bases

Es cierto que, sin cuota de género, Clara Brugada no se convertiría en la coordinadora de los comités de defensa de la 4T en la CDMX, como tampoco otras candidatas en sus estados. Ello, sin embargo, no demerita el triunfo de la exalcaldesa de Iztapalapa, la cual resultó ser la mujer más competitiva de entre las candidatas de Morena a las nueve gubernaturas, con una intención de voto del 26.7%.

En más de un sentido, el resultado de Brugada es sorprendente. La futura candidata a jefa de gobierno remó a contracorriente, logrando un avance sorprendente, pese a que no jugó de su lado el poder del dinero, ni era la primera opción de Claudia Sheinbaum. A la exalcaldesa de Iztapalapa no le ayudaron ni los grandes capitales, ni los medios de comunicación, ni funcionarios del gobierno de la Ciudad, ni las estructuras sindicales del gobierno capitalino.

Pésele a quien le pese, este resultado es producto de una movilización social activa y real, como probablemente no exista en ninguna de las otras entidades federativas en las que se disputó la elección. Es también una prueba fehaciente y esperanzadora de que la izquierda existe y no está dormida.

Como pocas veces, vimos en estas semanas la emergencia de una conciencia crítica de voces independientes que se articularon por fuera de la estructura partidista, para rechazar una candidatura que muchos consideraban ajena y hasta agraviante. Parafraseando a Borges, más que el amor los unía el espanto.

Pero esa misma conciencia crítica también fue capaz de decir alto y claro que, si alguien tenía y tiene derecho a ser jefa de gobierno de la Ciudad de México, era y es Clara Brugada, tanto por su trabajo desde abajo durante muchos años, como por su experiencia de gobierno.

El clímax del fenómeno Brugada tuvo lugar durante el acto del 9 de noviembre, cuando en una Arena México abarrotada Sheinbaum llamaba a la militancia del partido a mantener la unidad del movimiento, mientras la gente enardecida tan solo repetía “Clara ya ganó”. Ese entusiasmo desbordante dijo más que mil palabras.

Discrepo de esos opositores que afirman que este fue un momento humillante para Sheinbaum, tanto como de quienes aseveran que el triunfo de Brugada es una muestra de debilidad del liderazgo de la exjefa de gobierno.

Hay que recordar que los mismos opositores que ayer decían que la candidatura de Clara era promovida por una secta de “radicales”, hoy promueven el nado sincronizado de que Brugada es la candidata de AMLO y este la impuso contra la voluntad y lo deseos de Sheinbaum.

Eso es falso. Clara siempre ha sido apreciada por la ex jefa de gobierno (quien ha dicho que la considera una de las mejores alcaldesas del país) y su candidatura siempre estuvo entre sus opciones para la línea sucesoria. De hecho, Sheinbaum invirtió en Iztapalapa más que en ninguna otra demarcación.

En algún momento, sin embargo, un grupo de colaboradores (pensando más en sus propios intereses) le vendió a la ex jefa de gobierno la falsa idea de que, si Harfuch no era el candidato, Morena perdería la Ciudad de México.

Hay varias lecciones que el movimiento debieran derivar de todo esto. Conciliar intereses y asegurar la gobernabilidad no es tarea fácil. Sin embargo, aunque es importante estar en buenos términos con el sector empresarial y ciertos grupos de poder, no se puede pasar por encima de las bases, menospreciar su trabajo o imponer sobre ellas una relación de mando y obediencia. La lógica debe ser otra.