Las críticas a la reforma eléctrica

Hernán Gómez Bruera

La reforma eléctrica propuesta por López Obrador ha causado mucha polémica. Entre sus detractores está una gran parte del sector empresarial, que ha expresado su preocupación por los posibles efectos negativos de la iniciativa en las inversiones y, según ellos, también en el precio de la luz para los consumidores. Dicen además que se trata de una reforma de carácter expropiatorio.

Por ejemplo, el presidente del consejo coordinador empresarial, Carlos Salazar Lomelín, afirma que la reforma eléctrica pondrá en jaque “44 mil millones de dólares en inversiones”.  Incluso el subgobernador del Banco de México, Jonathan Heath, dice que la propuesta “genera incentivos adversos a la inversión privada en medio de un contexto de crisis económica”. 

Al mismo tiempo, la agencia calificadora Moody ́s advierte que la reforma eléctrica de López Obrador aumentaría el precio de la electricidad. Y a su vez, Myriam Rubalcava, subdirectora de estudios económicos de Citibanamex, califica la iniciativa como una “expropiación indirecta, cuyo objetivo es revertir todos los avances de la reforma de 2013”. 

En general, los temas energéticos son asuntos técnicos difíciles de entender y en los que resulta complicado formar una opinión, pero creo que resulta interesante y útil analizar el caso de España, donde el precio de la luz se ha disparado 500% en tres años.  Actualmente, cada hogar español paga en promedio 288 euros (6 mil 890 pesos) mensuales de electricidad. En México, en comparación, cada familia paga 3 mil pesos mensuales. 

¿Qué ha llevado a los consumidores españoles a pagar tarifas tan altas? Pues muy probablemente que la industria eléctrica española está dominada por tres grandes empresas privadas que concentran el 90% de la producción: Iberdrola, Endesa y Naturgy.  Y que estas compañías dictan los precios de la luz, lo que explica su crecimiento exponencial en los últimos años.

Si bien la reforma eléctrica supone una menor apertura del mercado eléctrico mexicano, sí debemos tomar en cuenta que su principal objetivo fortalecer a la CFE para impedir que un puñado de empresas concentren la producción de electricidad y puedan subir los precios a su gusto como ocurre en España. 

Resulta sumamente importante analizar y criticar esta reforma más allá de los dogmas y lugares comunes del “libre mercado” y la “libre competencia”. Por ejemplo, una línea crítica con mayor sentido es la planteada por Greenpeace y por el Consejo Ejecutivo de Empresas Globales, que advierten los riesgos de no poner un mayor énfasis en las energías renovables. 

Pablo Ramírez, especialista en energía y cambio climático también criticó que esta reforma implica dar una gran preponderancia al sector eléctrico, lo cual cancela definitivamente la posibilidad de desarrollar proyectos de generación comunitaria de energías renovables.

La discusión apenas comienza, pero resulta evidente que necesitamos analizar con cuidado los argumentos tanto de los defensores como de los críticos de esta reforma, que es mucho más compleja de lo que hasta ahora ha reflejado el debate público