México podría estar por escribir un nuevo capítulo de esa política exterior de mediación a favor de la paz que tanto nos enorgulleció en el pasado.
El hecho de que llegaran el viernes a nuestro país distintos actores venezolanos en disputa —y que México se haya podido ganar la confianza de unos y otros— no es poca cosa.
Probablemente esa confianza se ganó cuando, en octubre de 2020, nuestra diplomacia logró sacar de Venezuela y traer al país a la mano derecha de Juan Guaidó, Roberto Marrero, luego de que España fracasara en su intento.
Ayudó también, naturalmente, que México firmara un compromiso a través del cual no habríamos de ejecutar las órdenes de aprehensión que el gobierno de Maduro giró en contra de diversos opositores.