Categorías
Artículos Lo más nuevo

Los intereses detrás de las investigaciones científicas

 

Hernán Gómez Bruera

 

Casi todos aceptamos la validez de los estudios científicos y tomamos sus resultados como verdades absolutas. Pero a veces vale la pena cuestionar las motivaciones detrás de los trabajos académicos, porque podemos encontrar que algunos de ellos no tienen como objetivo la adquisición de conocimiento, sino que están influenciados por intereses totalmente ajenos a la ciencia. 

 

El libro “Alimentarnos con dudas disfrazadas de ciencia”, de Martha Elena García y Guillermo Bermúdez, nos muestra algunos casos en que ciertas instituciones educativas y estudios “científicos” están marcados por los conflictos de interés de los investigadores que los llevan a cabo. Porque ser académico o ser investigador, no te hace ser necesariamente honesto, ni incorruptible, ni impoluto, ni buena persona. 

 

Un ejemplo es el caso de la UNAM, particularmente el Instituto de Investigaciones Biomédicas, que recibió en 2012 más de 2 millones de pesos de parte de una Kellog´s para la realización de dos estudios que buscaban probar que el consumo de cereal puede ayudar a las mujeres a bajar de peso.  

 

Resulta completamente absurdo que un conjunto de investigadores reciban financiamiento por parte de una empresa para probar que sus productos son benéficos. En este caso, los académicos se vuelven empleados de quien financia sus investigaciones y necesariamente están ante un caso de conflicto de interés. ¿Qué valor científico pueden tener los resultados de esos estudios? 

 

La Facultad de Medicina de la UNAM también firmó dos convenios en 2017 con Nestlé, que pagó 2 millones 500 mil pesos para publicar un libro sobre la actividad física y la salud de los escolares mexicanos. Dos de los autores de este estudio son el exsecretario de salud, José Narro, y el actual rector, Enrique Graue. 

 

Este tipo de estudios buscan posicionar una narrativa, fomentada por los productores de comida chatarra, que sostiene que la actividad física es el factor fundamental para mantener un peso saludable, y subestimar la importancia de tener una dieta balanceada. O sea, lo que se ha buscado con estos estudios, por los cuales académicos de la UNAM recibieron 1 millón 904 mil pesos , es decir “no importa tanto que consumas comida chatarra, siempre y cuando hagas cierta cantidad de ejercicio todos los días ”. Y pues eso simple y sencillamente no es cierto. 

 

También es  muy revelador el caso del ITAM, la UANL y el Colmex, que en 2016 llevaron a cabo estudios financiados  por la Asociación Nacional de Refrescos y Aguas Carbonatadas de México  con 1 millón 400 mil pesos por institución para probar que la asignación de un impuesto a los refrescos no disminuye su consumo por parte de la población. 

 

Sorprendentemente, los tres estudios elaborados en esas instituciones llegaron a la misma conclusión: el impuesto efectivamente no incide en el consumo de refrescos en el caso mexicano. 

 

También el Conacyt recibió más de 3 millones de pesos entre 2016 y 2019 de parte de Coca Cola. En este caso, fue para patrocinar el Premio Nacional en Ciencia y Tecnología de Alimentos.

 

Ciertamente, es bastante irónico que este premio diga fomentar  y recompensar investigaciones que benefician al consumidor mexicano cuando su principal benefactor es responsable en gran medida de la epidemia de obesidad y diabetes  en nuestro país. Es como si una empresa de cigarros premiara estudios sobre cáncer de pulmón. 

 

Todos estos ejemplos nos muestran que no debemos tomar los estudios científicos como verdades absolutas, porque detrás de muchos de ellos se esconden intereses económicos poderosos, que hay que cuestionar y evidenciar. Por eso son tan importantes textos como “Alimentarnos con dudas disfrazadas de ciencia”, publicado por El Poder del Consumidor, que le quitan la máscara a los académicos que a veces parecen inmunes a la crítica y al escrutinio público. 

Categorías
Artículos Lo más nuevo Morena

¿Hasta cuándo se podrá sostener Gertz Manero?

Hernán Gómez Bruera
 

Las imágenes de Emilio Lozoya que vimos este fin de semana han puesto seriamente en duda la gestión del primer fiscal general, Alejandro Gertz Manero, sobre quien pesa ya una larga serie de cuestionamientos. Vale la pena un apretado recuento de algunos de los acontecimientos más polémicos. 

El primer caso en el que actuó de manera cuestionable fue, precisamente, el de Emilio Lozoya, quien a más de 15 meses de su detención no ha otorgado mayores pruebas de corrupción por el caso Odebrecht contra sus jefes directos (Peña Nieto y Luis Videgaray). Recordemos también que el inculpado ha aplazado su proceso en cinco ocasiones con el argumento de que se encuentra “recabando datos de prueba”. 

Hasta ahora, solo el exsenador panista José Luis Lavalle ha sido detenido a raíz de esta investigación, en la que parece que el exdirector de Pemex ha logrado dar largas a la justicia mexicana y ser tratado de manera privilegiada. 

Este caso se suma a una larga serie de críticas al fiscal. Recordemos que en octubre de 2020, Alejandra Cuevas y Laura Morán (de 94 años) fueron detenidas por el presunto homicidio por omisión de Federico Gertz Manero, hermano del fiscal. Este presunto homicidio ocurrió en octubre de 2015 y, un año después, el caso fue archivado por la entonces PGR. Aun así, y a pesar del evidente conflicto de interés que esto implicaba, el actual titular de la Fiscalía decidió reabrir la investigación, lo que ha mantenido a Alejandra Cuevas en prisión desde entonces. 

Estos son ejemplos del uso faccioso que ha dado Gertz Manero a la Fiscalía General de la República y de cómo ha empleado a las instituciones de procuración de justicia para impulsar sus intereses personales. Realmente hay que prestar especial atención a la forma en que la Fiscalía ha desarrollado estos casos, porque hay serias dudas respecto a los posibles conflictos de interés del fiscal en muchas investigaciones.

El 25 de septiembre, por ejemplo, la revista Proceso publicó un artículo titulado “La casa secreta de Gertz Manero”, donde revelan que la Universidad de las Américas compró una casa en las Lomas de Chapultepec en 2012 (cuando Gertz era el rector)  por 4 millones de pesos. Después, la UDLA entregó el inmueble  al actual fiscal como parte de un supuesto adeudo. Es decir, el fiscal compró una casa con dinero de la universidad, para posteriormente transferirse a sí mismo la propiedad. 

Gertz Manero también ha sido cuestionado por el caso de los 31 científicos de Conacyt acusados de delitos sumamente graves: realizar operaciones con recursos de procedencia ilícita,  peculado, lavado de dinero y hasta delincuencia organizada. Dos jueces federales rechazaron conceder las órdenes de aprehensión en contra de los investigadores porque encontraron “inconsistencias importantes en el caso”. 

No cabe duda de que Gertz Manero es un personaje que se caracteriza por usar de forma facciosa a las instituciones, por construir casos con profundas inconsistencias y marcados por el interés personal. Incluso desde la 4T han empezado a surgir críticas hacia el fiscal. Para muestra, tan solo hace unos días el titular de la Unidad de Inteligencia Financiera, Santiago Nieto, dio “me gusta” a un tweet que pedía la renuncia de Gertz “por el bien de México”.  

Cada vez surgen mayores cuestionamientos al papel de Gertz Manero en la Fiscalía. Su uso faccioso de  las instancias de justicia para impulsar intereses personales, sus conflictos de interés y la falta de resultados en las investigaciones por corrupción contra integrantes del gobierno anterior han llenado de dudas su gestión en la FGR. ¿Hasta cuándo será sostenible su permanencia en el cargo?