El Presidente no ponderó la capacidad y el conocimiento técnico de Herrera y, por lo visto, tampoco los problemas que le resolvió como secretario de Hacienda.
El anuncio de que Arturo Herrera no sería propuesto al Senado para encabezar el Banco de México es una de las medidas más desconcertantes que ha tomado hasta ahora López Obrador, e incluso un revés a la certidumbre que había logrado construir desde la transición en torno a la política económica y monetaria de su administración.
Hay varias razones que explican este movimiento, poco racional, que incluso despierta dudas sobre el compromiso de mantener el arreglo de independencia a través del cual ha funcionado hasta ahora el banco central; un arreglo que el ex secretario de Hacienda estaba resuelto a mantener.
El estado de ánimo que recientemente ha mostrado el Presidente podría ser una de las explicaciones. Varios integrantes del gabinete han observado su creciente frustración frente al lento avance de sus proyectos de infraestructura, por no mencionar la animadversión con la que está viendo el papel de los órganos autónomos –todos en general–, y las críticas que comenzó a hacerle al propio Banco de México en los últimos meses.
Además, el mandatario ha empezado a dudar cada vez más del compromiso y la lealtad de varios de sus colaboradores con la 4T, algo que lo ha llevado después de las elecciones a encapsularse en un círculo más cerrado: el de quienes considera sus más leales. En esa lógica, el mandatario está sujeto a las grillas entre sus propios colaboradores, y a tomar partido por quienes son más capaces de calentarle la cabeza.
En ese círculo está Raquel Buenrostro, una funcionaria que ha aprendido a tocar los puntos más sensibles del presidente y decirle lo que quiere escuchar. Desde la posición de una de las “leales al proyecto”, Buenrostro jugó un papel importante en que el Presidente comenzara a dudar si efectivamente era buena idea mandar a Herrera al Banco de México. Junto a Rogelio Ramírez de la O, habría influido en la decisión presidencial de retirarlo.
En poco tiempo, la hoy titular del SAT incidió fuertemente en el cambio de percepción del presidente, al punto de que 15 días después de haber enviado la propuesta al Senado, se retiró el oficio en el que se proponía su nombramiento. El tema, sin embargo, quedó en un impasse porque en realidad López Obrador tomó la decisión muy recientemente. Es falso que el tema de las participaciones federales en tiempos electorales haya sido central.
Correlación no es causalidad, pero no es un hecho fortuito que la propia Raquel Buenrostro también intentó convencer al presidente de ser gobernadora del Banco de México (a pesar de estar lejos de cumplir la ley), y que luego buscó promover a su hermana, Lucía Buenrostro, a quien antes ayudó a convertirse en vicepresidenta de Política Regulatoria de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores. Uno y otro nombre habrían llegado a la mesa del presidente como cuadros leales a la 4T.
En su decisión, evidentemente, el Presidente no ponderó la capacidad y el conocimiento técnico de Herrera y, por lo visto, tampoco los problemas que le resolvió como secretario de Hacienda, desde la reestructuración de los bonos del Aeropuerto y las reformas administrativas que permitieron incrementar la recaudación de impuestos durante la pandemia, hasta las medidas que tomó para asegurar la compra oportuna de vacunas.
De más está decir que tampoco le preocupó a López Obrador dejar a un miembro de su equipo a la deriva y desamparado, tomando una decisión que, además de cruel, muestra poca gratitud hacia su propio equipo de trabajo.
Según las versiones que circulan en el gabinete, esta no es la única medida de este tipo que tomaría López Obrador. En los próximos meses, tres secretarios más podrían ser reemplazados por distintos motivos: Víctor Villalobos, de Agricultura; Jorge Arganis, de Comunicaciones y Transportes y –por razones inexplicables– Luisa María Alcalde, de Trabajo. Triste este último caso, pues ella encabeza una de las carteras que ha alcanzado algunos de los logros más tangibles de esta administración. Los cambios podrían materializarse a principios del año próximo.