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No todo es Tik Tok, Samuel

Hernán Gómez Bruera

Nuevo León y el país están conmocionados por el caso de Debanhi Escobar, la jóven de 18 años que desapareció en la carretera de Laredo el 8 de abril, y dos semanas más tarde fue encontrada asesinada, supuestamente en la  cisterna en un hotel, muy cerca de donde fue vista por última vez.

El caso ha calado hondo en la sociedad porque nos recuerda la manera en que las mujeres son violentadas y ultrajadas todos los días en este país. Nos pone una vez más, cara a cara, frente a esa espiral de violencia de la que no podemos salir, y que sigue siendo una deuda pendiente en todo el país.

Como ha expresado el padre de Debanhi Escobar, y como ha corroborado la Comisión Nacional de Búsqueda de Personas Desaparecidas (CNB), el caso ha estado plagado de irregularidades por parte de la Fiscalía de Nuevo León y su versión oficial sobre lo que sucedió con la joven está lejos de ser satisfactoria. Todo lo contrario, hay muchas dudas y sospechas sobre lo que realmente pudo pasarle a esta joven. 

Igualmente ha sido muy lamentable el manejo del caso por parte del gobernador. Samuel García se ha escudado en la autonomía de la fiscalía estatal para desentenderse de su responsabilidad como gobernante. Hemos visto a un gobernador mostrándose indignado como si fuera un ciudadano más que exigir explicaciones y justicia, y alegando no conocer la carpeta de investigación. ¿No se suponía que el era el “único” que combatiría la violencia contra las mujeres, como tanto lo prometió en campaña? Qué fácil es desentenderse de un problema. 

En verdad, uno quisiera creer que Samuel García se está tomando en serio esto, como él mismo afirma, pero es difícil cuando vemos espectáculos como el que dio Mariana Rodríguez el 22 de abril, cuando le dio instrucciones a la policía de Monterrey de defender a las mujeres en la marcha de protesta por la muerte de Debanhi. ¿Qué tiene que andar haciendo la esposa de Samuel (directora de ese invento llamado “Amar a Nuevo León”) dándole órdenes a la policía? No tiene ningún sentido si no se entiende desde la lógica del show mediático al que esta pareja está acostumbrada.

Es cuestionable también la rueda de prensa del 25 de abril de Samuel García con los padres de Debanhi, Mario Escobar y Dolores Basaldúa, para comunicar que había nuevas evidencias sobre el caso. No tanto por la rueda de prensa en sí, sino por el tono y la forma en que busca sacar rédito político de la situación, sobre todo cuando agradece a los padres por invitarlo a conocer la carpeta de investigación y resaltando (una vez más) que él apenas va enterándose del caso. Como queriendo mostrarse preocupado, pero dejando la responsabilidad de nuevo en la Fiscalía. 

Igualmente lamentable ha sido la forma en que salieron a lavarle la cara a Samuel García ciertos políticos y comunicadores por hacer algo tan básico como salir a dar la cara, como lo hicieron Martha Tagle, Ana J. Villagrán, Elías Solorio o el caricaturista Paco Calderón.  

Es cierto, no todos los políticos salen a dar la cara en situaciones difíciles. Recordemos cómo el gobernador de Yucatán, Mauricio Vila, no fue capaz de ir recibir a la madre de José Eduardo Ravelo, María Ravelo, cuando se paró con un ataúd en frente del palacio de gobierno para exigir justicia. Pero la verdad de las cosas es que pararse frente a las víctimas es lo mínimo que debería hacer cualquier gobernante. Es su obligación. No es algo que tengamos que agradecerles.

Samuel García y Mariana Rodríguez tienen que dejar de gobernar desde sus telefonitos y mirar más allá de sus mundos millenials. Es claro que la realidad ya los alcanzó y les exige estar a la altura. “No todo es Tik Tok, no todo es sonrisas bonitas”, le reclamaron a Mariana el 24 de abril, y sí, la gente no quiere ver en redes sociales que su gobernador va diario al gimnasio en las mañanas, quieren verlo trabajando por su estado para encontrar soluciones a la situación de violencia extrema que viven las mujeres.