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¿Qué reforma judicial necesitamos?

Al centralizar la discusión de la reforma en la elección popular de jueces y ministros –compleja e inoperante–, estamos perdiendo la oportunidad de poner sobre la mesa las verdaderas razones por las cuales nuestra justicia no funciona. Hay muchos otros asuntos de qué hablar, algunos de los cuales reviso en mi artículo de El Universal.

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¿Votar todo 4T?

En 2018 crucé sin chistar las siglas de Morena en todas las boletas: presidente, jefa de gobierno, alcalde, senadores, diputados federales y locales. Lo mismo hice en 2021 con los tres cargos en disputa. Previo a la elección de este año, he comenzado a albergar ciertas dudas. Aquí las reflexiono en voz alta.
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¿Votar todo MORENA?

El 1 de julio de 2018 crucé sin chistar las siglas de Morena en todas las boletas: presidente, jefa de gobierno, alcalde, senadores, diputados federales y locales. Lo mismo hice en 2021 con los tres cargos en disputa.

Previo a la elección de este año, sin embargo, he comenzado a albergar ciertas dudas. Para mí, los puestos ejecutivos en disputa no pueden estar en mejores manos que las de Claudia Sheinbaum Clara Brugada, por su honestidad y capacidad, y para que la lucha contra la pobreza y la desigualdad pueda continuar y profundizarse.

Menos seguro estoy de darle a Morena y sus aliados un cheque en blanco para gobernar a su entera libertad, controlando también los órganos legislativos.

Aclaro: Soy un periodista y un analista político que simpatiza con la 4T, no un militante; desde ese lugar escribo.

Si en otros momentos de la historia votar todo por la izquierda era una suerte de deber cívico para alguien con esa posición, hoy no se puede obviar el hecho de que Morena y la 4T son el poder.

Y no es poco el que tienen: controlan ambas cámaras, 22 gobiernos estatales y 20 congresos locales, además de la Fiscalía General de la República, y buena parte de las fiscalías estatales supuestamente autónomas.

A esta altura incluso debemos admitir que el poder económico y mediático, salvo excepciones, cada vez se amalgama más en torno a Morena.

Al reconocer que la 4T hoy tiene una hegemonía en varios ámbitos, también hay que hacerse cargo de que el poder hegemónico suele engendrar una serie de vicios. El exceso de este tiene siempre un efecto embriagante, y no se puede dejar de advertir cómo en Morena, en ciertas instancias, conduce a una creciente arrogancia.

Hoy sabemos que dentro de la 4T hay mucha gente honesta y comprometida, pero también hay corruptos y deshonestos quitándole a los primeros el lugar que merecerían. En esa medida, habría que preguntarnos si no sería útil contar con más incentivos para que el partido gobernante y sus cuadros no se duerman en sus laureles y sientan que son dueños del Reino de los Cielos.

Por eso me pregunto: ¿Habrá que entregarle una mayoría a Morena en el Congreso Federal y en los locales que estarán en disputa? ¿Qué será mejor para la República en este momento?

¿Qué ayudaría más a la 4T a hacer un mejor gobierno, e incluso a entregar resultados que permitan consolidar la transformación en el tiempo? ¿Poder hacer cualquier cosa, cuando quieran y como quieran o elevar decididamente el sentido de exigencia con más controles y contrapesos?

Por un lado, no se puede obviar el hecho de que tener una mayoría en el Congreso es necesario para aprobar un presupuesto que garantice la existencia de programas sociales, entre otras cosas. También es verdad que un poder legislativo dedicado a ponerte palos en la rueda puede ser un problema serio para cualquier gobierno.

Por el otro lado, es un hecho notorio que Morena no siempre ha sabido utilizar de la mejor forma su condición mayoritaria. No puedo dejar de pensar en la tan necesaria reforma al Poder Judicial, en la necesidad de reformar —que no desaparecer— los órganos constitucionales autónomos o incluso en acotar, cuando menos, el proceso de militarización.

En temas como estos, ¿no será mejor evitar que se imponga una visión única, vertical y unilateral, y en cambio escuchar, debatir, matizar y sopesar mejor las decisiones, al tener que negociar con intereses y posturas distintas a la mayoritaria? Habría que reflexionarlo.

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Máynez, Máynez, Máynez

Sorprende la vehemencia con la que en la recta final de la campaña electoral un conjunto de voces del PRIAN ha comenzado a exigirle a Jorge Álvarez Máynez bajarse de la contienda presidencial. ¿A cuenta de qué tendría que hacer eso el candidato presidencial de MC, cuando no solo tuvo un buen desempeño en el debate, sino que además ha mejorado significativamente su intención de voto, nivel de conocimiento e imagen positiva?
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Máynez, Máynez, Máynez

Sorprende la vehemencia –y prepotente ingenuidad—con la que en la recta final de la campaña electoral un conjunto de voces del PRIAN ha comenzado a exigirle a Jorge Álvarez Máynez bajarse de la contienda presidencial.

¿A cuenta de qué tendría que hacer eso el candidato presidencial de MC, cuando no solo tuvo un buen desempeño en el debate, sino que además ha mejorado significativamente su intención de voto, nivel de conocimiento e imagen positiva?

Ahí están los datos: la intención de voto del candidato naranja pasó del 5 al 10%, según el agregado de Polls MX; su tasa de conocimiento pasó del 32 al 62.5% entre enero y abril de 2024, de acuerdo con FactoMétrica, y su imagen positiva creció al menos 7%, conforme reporta Parametría.

El planteamiento de que Máynez debe dar un paso al costado porque le quita votos a Xóchitl es, además, falso. La evidencia más reciente sugiere que, en todo caso, es a Claudia Sheinbaum a quien le he quitado algunos puntos, al capturar a un electorado que no simpatiza con la 4T, pero probablemente tampoco ve bien a una candidata respaldada por el PRIAN, crecientemente pendenciera.

Uno puede o no simpatizar con Jorge Álvarez Maynez (personalmente me parece un candidato infinitamente más presentable que Samuel García y menos antipático que otros jerarcas de MC, como Dante Delgado o Enrique Alfaro), pero no se puede negar que ha hecho una buena campaña, incluso a pesar de lo mal que empezó.

Partiendo de que es un candidato marginal de un partido minoritario, su estrategia está funcionando. Parametría muestra que, después del debate, 15% de los encuestados cambiaron de opinión sobre su candidato. De ese porcentaje, 53% lo hizo con relación a Máynez, 92% de ellos de forma positiva.

Ciertamente, la estrategia de crecimiento de Movimiento Ciudadano y su candidato presidencial le deben mucho a un grupo de talentosos consultores que promueven una comunicación frívola, pero efectiva, que ha logrado viralizarse, hacerse pegajosa y conseguir una buena penetración, especialmente entre los jóvenes. Aún sin el producto Samuel García, el equipo pareciera haber demostrado que la estrategia –más que el candidato– resultó ser lo importante.

Pero también es cierto que, conforme Máynez logra darse a conocer, hay un electorado que lo voltea a ver con simpatía; que escucha a un personaje articulado y con propuestas sensatas (a pesar del bochornoso espectáculo del estadio y la metida de pata en el tema Bukele), que puede vender la idea de ser una figura ajena a la partidocracia, e incluso que es respetado por un sector de la intelectualidad y la academia que está descontento con la 4T.

No votaré por Movimiento Ciudadano, pero celebro que exista una tercera opción política capaz de interpelar, como creo que lo hace Máynez (más que otras figuras de su partido en estados como Jalisco y Nuevo León) a un sector de la clase media urbana que simpatiza con el progresismo, que no ve con malos ojos las conquistas sociales de la 4T, pero que tiene preocupaciones, especialmente en el ámbito político.

Pienso, por ejemplo, en un sector que defiende los programas sociales o los incrementos al salario mínimo, pero ve con preocupación lo que considera como retrocesos en materia democrática, como pudiera ser la desaparición de los órganos constitucionales autónomos o la reforma que propone AMLO al Poder Judicial. ¿Por qué ese sector no puede tener una alternativa distinta a Morena y al PRIAN?

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Las propuestas de Claudia en el debate

Claudia hizo chingos de propuestas en el debate. Aquí en este video se pueden ver… fueron más de 40… Bueno, ¡más que propuestas ya son compromisos de gobierno!
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La crítica sexista a Claudia

Es una lástima que en un momento tan importante para las mujeres una de las candidatas, cuyo nombre empieza con X, recurra a epítetos sexistas en la disputa política. Retratar a Claudia como «la dama de hielo» es sin duda uno de ellos.
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La dama de hielo. La crítica sexista a Claudia

La crítica sexista a Claudia

Es un lugar común observar que las elecciones de este 2 de junio serán históricas, pues por primera vez la contienda estará entre dos mujeres y una de ellas será presidenta. Menos frecuente, sin embargo, es aceptar la participación política de las mujeres en pie de igualdad, pues seguimos juzgándolas a partir de estándares distintos al de los hombres, especialmente cuando acceden al poder.

El discurso de la oposición se ha concentrado mucho tiempo en mostrar a Claudia como una copia de López Obrador: la idea de que la mujer es instrumento del hombre. Ahora, la apuesta de Xóchitl es separar a la candidata de Morena del presidente, decirle que no es como AMLO y caricaturizarla como la “dama de hielo”, en clara alusión a “la dama de hierro” y la dureza y autoritarismo que en su momento se le atribuyó a Margaret Thatcher.

Estas dos narrativas se sitúan en polos opuestos y reflejan la propia esquizofrenia de la oposición. Aún así tienen algo en común: ambas traen un tufo sexista: O bien Claudia es un títere o es una mujer autoritaria e insensible.

En el primer caso, se despoja a la futura presidenta de una personalidad propia, se le relega a un papel secundario. Claudia es y solo puede ser en función de AMLO. Así lo insinuaba Gálvez en enero de este año cuando retó a su opositora a un debate, pero ironizó que era necesario que “le dieran permiso”.

Este tipo de posturas también han tenido eco en el periodismo. En un Tiktok donde buscaba hacerse la chistosa, Denise enlistaba las cosas que no le gustan de Claudia. Es muy ilustrativo que dos de sus tres críticas tuvieran tintes sexistas. Una de ellas era: “No me gusta que siendo mujer empoderada imites a un señor”. Otra vez el cuento de que la mujer es un instrumento del hombre.

La otra critica de Dresser, aunque usted no lo crea, tenía que ver con su peinado: “No me gusta que hagas precampaña ilegal con tu colita de caballo pegada por todo el país”. Algo similar hizo Guadalupe Loaeza esta semana, al dedicarle un artículo entero a criticar a la candidata por haberse alaciado el pelo.

Así las cosas, por primera vez en la historia del país dos mujeres compiten por la presidencia de la República y alguien cree que es relevante hablar sobre su cabello. ¿Por qué juzgar siempre a las mujeres por su apariencia física, cuando no hacemos eso con los hombres?

El nuevo apelativo que Xochitl le ha puesto a Claudia Sheinbaum — “dama de hielo”— busca retratarla como una mujer fría y sin corazón . Ya no se le dice a Claudia que es instrumento de alguien más, sino que es autoritaria, una persona sin sentimientos, indolente al dolor ajeno, inaccesible; alguien a quien nada conmueve y es incapaz de empatizar con el dolor humano.

Si difícilmente a un hombre lo acusarían de ser títere de una mujer o lo juzgarían por cómo lleva el cabello, tampoco es muy frecuente que a ellos se les atribuya frialdad o falta de sentimientos cuando ejercen autoridad. Lo que ocurre es que las mujeres han sido educadas para agradar, decir cosas bonitas y quedar bien, y en esa lógica mucha gente no está acostumbrada a verlas ejerciendo el poder.

Existe una tendencia a juzgar a las mujeres como autoritarias solamente a partir de su carácter. En realidad, es natural que las mujeres en posiciones de poder, al igual que los hombres, tengan una personalidad fuerte. Por algo están donde están. El problema es que, a diferencia de lo que les pasa a ellas, la frialdad o el carácter fuerte no son motivos de crítica en los hombres.

En una ocasión, la ex presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, señaló: “A mí no me critican por ser dura, sino por ser mujer”. Y decía: “solo las mujeres son descritas como duras en el cargo cuando toman una posición”.

Por último, existe un tercer prejuicio sexista contra las mujeres en general que es la histeria. Marco Levario, por ejemplo, ha referido una anécdota en la que supuestamente Claudia, cuando era delegada de Tlalpan, dio un manotazo a una mesa de cristal y la rompió.

En un tuit, el periodista también le criticaba a Claudia por forcejear con una multitud de periodistas, cuando le pidió a uno que quitara la mano que impedía cerrar la puerta de su vehículo. “Tenía los ojos desorbitados”, escribió Levario. ¿Les parece que a un hombre le haríamos el mismo tipo de señalamientos? Esa es la pregunta que siempre debemos hacernos.

Caracterizar a las mujeres en el poder como “irascibles, autoritarias, frías, neuróticas” también suelen ser dispositivos patriarcales para descalificarlas. Al respecto, la escritora Puri Mascarell explica como en el siglo XIX “la histeria era la etiqueta que se usaba para estigmatizar a las mujeres que se salían del canon de la feminidad. Una forma de desautorizarlas y de controlarlas.”

Calificar a una mujer en una posición de poder como la “copia” de alguien más es una forma de negarle méritos propios y constituye un estereotipo sexista, lo mismo retratarla como histérica. Al final, son formas de ejercer violencia de género. Ahora, con esta caricatura de “la dama de hielo”, también se busca demeritar la imagen de Claudia a partir de una nueva estigmatización.

Por lo demás, sería bueno que la oposición decida qué narrativa va a emplear, ¿Claudia es una mala copia de AMLO o, por el contrario, es una mujer fría y autoritaria que además no tiene el carisma del presidente? Se antoja difícil poder ser las dos cosas al mismo tiempo.

Todo parece indicar que pasaremos un sexenio más con una oposición que carece de proyecto, pero le sobran epítetos para atacar… Solo que esta vez será peor, pues a sus ya conocidas descalificaciones clasi-racistas se sumarán ahora una serie de prejuicios frente a una mujer por el simple hecho de ser mujer.

@HernanGomezB

 

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Tres presidenciables y un posible as bajo la manga

Hacia el último trimestre del año algunos de los presidenciables podrían estar dejando sus puestos para enfilarse en la carrera hacia la candidatura. Dentro de la 4T se perfilan tres principales  contendientes: dos de ellos en una clara lógica de continuidad obradorista —Sheinbaum y Adán Augusto—, y un tercero que no es necesariamente el favorito de los morenistas ni del Presidente.

Además de estos tres, AMLO probablemente tiene, por si las cosas se complican, un nombre que no se ha barajado hasta ahora.

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