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Entrevista para El País

El analista político y periodista Hernán Gómez ha dedicado los últimos dos años y medio a investigar a una de las personalidades más relevantes del Gobierno obradorista: Julio Scherer Ibarra , un abogado que durante la primera mitad del sexenio fue el poderoso consejero jurídico del presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador. Scherer —hijo del venerado periodista Julio Scherer García, fundador de la revista Proceso— dejó el cargo en la administración pública en septiembre de 2021. Poco después estallaron en los medios denuncias sobre presuntos actos de corrupción cometidos por el exconsejero de López Obrador. La Fiscalía General de la República (FGR) involucró a Scherer y una red de abogados con los que estaba asociado en varias carpetas de investigación. El exconsejero siempre sostuvo que se trató de una vendetta del fiscal, Alejandro Gertz , con el que se enfrascó en una dura pugna política antes de su salida del Gobierno.

Gómez (Ciudad de México, 46 años) ha publicado Traición en Palacio. El negocio de la justicia en la 4T (Grijalbo, 2023). El autor sostiene que Scherer jugó en contra de los intereses de López Obrador, que profesa la separación del poder político del poder económico. Gómez afirma que el exconsejero sacó su despacho en Palacio Nacional como una oficina de gestión de negocios, cobro de favores y extorsión a políticos y empresarios, con base en testimonios recabados, carpetas de investigación a las que ha tenido acceso y audios de conversaciones entre Scherer y algunos de sus denunciantes. Gómez sostiene que el exfuncionario ajustado tomó al Poder Judicial mediante una sociedad con despachos poderosos y jueces federales, que extendieron una red de intereses en diversos negocios.

Gobierno. ¿A qué se debe esa imagen que lo rodea?

El presidente López Obrador confiaba mucho en él y le dio muchas tareas, más tareas que las jurídicas que se le asignan a un consejero normalmente e incluso a un secretario de Gobernación. A diferencia de otros puestos en el Gobierno donde López Obrador suele poner contrapesos, a Scherer no le puso un contrapeso fuerte. Scherer fue creando una red: él nombró a todos los directores jurídicos del Gobierno, se hizo una reforma a modo para él ser el que nombrara a los jurídicos de toda la administración pública del Gobierno federal, de modo que estos funcionarios, en vez de responder a los titulares de las áreas y cuidarles las espaldas a ellos, estaban para responder a Scherer ya sus intereses. También sucedió que Scherer habló en nombre del presidente, estaba en la oficina presidencial y la gente interpretaba que una solicitud de Scherer era una solicitud del presidente. Por último, también sigue teniendo mucha influencia en el Poder Judicial a través de jueces y magistrados.

P. A López Obrador le importaba mucho hacer una limpia del Poder Judicial. ¿Le obstruyeron al presidente una de sus principales ambiciones?

R. Yo creo que sí, porque el presidente quería combatir la corrupción en todos los niveles y le encargó al ministro Arturo Zaldívar ya Scherer que hizo una reforma al Poder Judicial, y ninguno de estos actores realmente estaba comprometido con una reforma de fondo. Zaldívar, porque quiso aprovechar la reforma para concentrar el poder, y parte de los problemas que causan la corrupción es ese poder que se concentra en la figura del presidente de la Corte, porque a su vez es el que preside el Consejo de la Judicatura Federal , que es el organismo que disciplina a los jueces. Scherer, obviamente, se beneficiaba del status quo , de la forma en que opera el negocio de la justicia en México.

Tampoco quiero disculpar al presidente, yo creo que él encontró en Zaldívar y en Scherer personajes útiles, porque él quería tener bajo cierto control el Poder Judicial, como lo quiere cualquier presidente, para que los jueces no obstaculicen su labor, para que no le estén metiendo palos en la rueda, para que no frenaran sus proyectos estratégicos . Y como Scherer hizo bien esa labor, y también Zaldívar, se despreocupó el presidente y no le puso lupa a lo que estaba sucediendo en esa oficina [del consejero jurídico]. Entonces creo que el presidente también tiene una responsabilidad. Yo creo que confió en la gente equivocada y además no priorizó lo suficiente.

P. En su momento, Scherer declaró que era víctima de una vendetta de parte del fiscal Gertz. ¿Existe esa posibilidad?

R. Es muy probable que muchos de estos casos se hayan judicializado y que nos hayamos enterado de estos temas por el pleito que hubo entre el fiscal y Julio Scherer . Ahora, de que hay un modus operandi delictivo en Scherer, lo hay. O sea, no se puede afirmar que todo esto es una invención del fiscal. Yo entrevisté 80 fuentes, hay acusación, hay denuncias y carpetas de investigación. Hay muchos casos, muchos testimonios, varios ya hechos públicos, que invalidan la hipótesis de que todo es una maquinación del fiscal y que todo es un pleito entre el fiscal y Scherer.

P. ¿Habló directamente con Scherer?

R. Sí, al principio de la investigación. Desde que empecé a escuchar cosas sobre él ya tener testimonios, lo busqué varias veces. Nunca debí hablar conmigo, hasta que escribí un artículo que no le gustó y entonces ahí ya debí sentarme. Estuvimos platicando como dos horas y media. Fue una conversación off de record , por lo que no puedo decir de que se habló, pero le quedó claro que yo estaba interesado en su perfil y que estaba investigando acerca de él, y él me dijo que lo buscaría cuando tuviera alguna duda. Yo lo volví a buscar dos veces después y ya nunca me recibió.

P. O sea, durante el transcurso de la hechura del libro ya no hablaron.

R. No, ya no volví a hablar con él. Ya me tampoco habia rechazado dos veces, y quise ponerme en riesgo. Hubo además presiones en un medio en el que yo trabajaba para que me despidieran cuando supieron que estaba investigando sobre Scherer y yo no quise ponerme en riesgo diciéndole en qué iban mis investigaciones. Me hubiera gustado mandarle un cuestionario largo y que lo pudiera responder, pero sé que él no juega limpio, lo tengo estudiado, y creo que es muy probable que hubiera intentado presionarme a mí oa los medios para los que trabajo para afectarme.

P. Aunque se habla mucho de Scherer, el personaje, ni su nombre ni su cara aparece en la portada del libro.

R. A mí me pareció importante que esto no pareciera una cosa personal en contra de Julio Scherer y que el foco, más bien, esté puesto en la forma en que opera el negocio de la justicia en México. Ese negocio existía antes de que Scherer llegara a su puesto y operara desde la Consejería Jurídica. Ese negocio ya tenía su forma de funcionar, quizás no era de forma tan descarada, tan obvia, era muy sigilosa, y yo te diría que un poco más elegante. Scherer llegó a avorazarse con el negocio, sintiéndose absolutamente impune. Y entonces dejó muchas huellas y muchos rastros, ya muchos agraviados en el camino.

Pero entonces aquí el problema de fondo no es Julio Scherer. El problema de fondo es cómo funciona el negocio de la justicia, porque es como los cárteles del crimen organizado. Tú puedes meter preso al Chapo, pero no desapareces el Cártel de Sinaloa , o puedes incluso acabar con el Cártel de Sinaloa, suponiendo que es posible, pero no por eso acabas con el crimen organizado ni con el problema del narcotráfico en México, que tiene otras explicaciones y que es un negocio que funciona porque tiene incentivos para que funcione. Y lo mismo esto: hay reglas e incentivos para que ese negocio siga funcionando. Entonces tú puedes quitar a Julio Scherer y poner a otro y la cosa va a funcionar más o menos parecida.

P. ¿López Obrador nunca se dio cuenta?

R. Yo creo que empezó a tener algunos indicios hacia el segundo año de Gobierno. Hacia el tercer año, algunos le fueron a decir, y eso se conjuntó con las evidencias de que el propio presidente tuvo de cómo le jugó chueco con decretos y en el proceso electoral de 2021, que operó en contra de algunos candidatos de su partido [Morena ]. Todo eso se juntó, y entonces el presidente tomó la decisión de apartarlo. Pero uno de los problemas es que los personajes que rodean al presidente tienen mucho temor de decirle cosas incómodas en su cara. Y como percibían a Scherer tan poderoso, la gente de peso que está alrededor del presidente no se atrevió a decir las cosas que sabían de él. Entonces, solo cuando realmente tuvo elementos más contundentes, López Obrador tuvo que apartarlo, creo que porque también comprometía su lugar en la historia. ¿Cómo puede ser que tú prometas separar el poder económico y el poder político y combatir la corrupción y alguien tan cerca tuyo haya hecho esas cosas?

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El modus operandi del negocio de la justicia

No escribí “Traición en Palacio” –mi más reciente libro sobre el todo poderoso exconsejero jurídico de López Obrador— porque me preocupe en demasía Julio Scherer.

Lo que me animó principalmente fue develar la forma en que opera el negocio de la justicia en México, un mecanismo que sirve para conservar esos privilegios que la 4T quiso combatir, con éxito limitado.

Limitado porque ni el gobierno de AMLO ni el de Sheinbaum se plantearon una verdadera reforma al sistema de justicia.

Seguimos siendo hoy un país en el que los potentados compran su impunidad y los casos que involucran grandes sumas de dinero suelen resolverse a favor de quien paga más. Un país donde los abogados de élite y “brokers” de la Justicia con mucha facilidad logran acceder a jueces, magistrados y ministros para obtener favores y trato preferencial.

La muy fluida relación de Julio Scherer Ibarra con Arturo Zaldívar, cuando era presidente de la Corte, o con el presidente del Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad de México, Rafael Guerra —uno de sus mayores facilitadores—, tan es solo una muestra de ese tipo de vínculos.

Varios incentivos en nuestro sistema de justicia son generadores de una corrupción que seguirá existiendo a menos de que avancemos hacia una reforma de verdad. Menciono solo algunos rubros:

Primero, la falta de una auténtica carrera judicial, pues coloca a jueces y magistrados a merced de las lealtades políticas y redes clientelares dentro del propio Poder Judicial.

Segundo, el excesivo poder que tienen los presidentes de los tribunales superiores de justicia en los estados, y a nivel federal el presidente de la SCJN, quienes encabezan los consejos de la judicatura, donde se vigila y controla a los juzgadores, siendo juez y parte.

Tercero, los diversos mecanismos de control y presión que existen sobre quienes imparten justicia, pues es fácil presionarlos a través de los mecanismos de quejas y sanciones administrativas que el presidente de la Corte o de los tribunales superiores de justicia pueden dar celeridad o archivar, según le convenga.

Cuarto, la facilidad para cambiar a juzgadores de adscripción, modificar la composición de los tribunales y apartar, con cualquier pretexto, a quienes toca resolver determinado asunto, a fin de que el caso sea turnado a otro juez.

Quinto, la forma en que se asignan los turnos de los casos. Uno de los vicios del sistema es la facilidad con la que pueden direccionarse litigios específicos hacia jueces de consigna con los que abogados y “brokers” tienen una “relación especial” y pueden anticipar sentencias favorables.

En teoría, los casos que llegan a la justicia federal y local se asignan por sorteo o a través de un algoritmo. En la práctica, el sistema es fácilmente manipulable. Así parece lo hizo a sus anchas Carlos Alpízar, ex secretario general del Consejo de la Judicatura Federal y hombre fuerte de Zaldívar, con la gran cantidad de asuntos que eran de interés para el exconsejero jurídico.

Cuando uno observa con detenimiento, cómo los casos que preocupaban personalmente a Scherer y sus socios –como lo detallo en mi investigación— tuvieron un trato a tal punto prioritario en el Poder Judicial Federal y de la Ciudad de México, no puede sino levantar las cejas ante tantas “coincidencias”.

Traición en Palacio: El negocio de la justicia en la 4T se presenta este jueves 6 de julio a las 19 hrs en Casa Lamm.

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AMLO sí aparta a los corruptos

El miércoles pasado se publicó en este diario el adelanto de mi libro Traición en Palacio: El negocio de la justicia en la 4T (https://is.gd/Xt4oeL), el cual ya está llegando a librerías. Me han preguntado algunos conocidos del espectro opositor si después de lo que revelo en esta investigación puedo seguir simpatizando con este gobierno. Me cuestionan cómo, después de estudiar el modus operandi de Julio Scherer Ibarra, el exconsejero jurídico de AMLO, todavía puedo creer que la 4T es distinta.

No dudo en mi respuesta: claro que es distinta. Indagar sobre la red de presuntos negocios judiciales encabezada por este personaje —que abusó de la confianza del Presidente, hay que recordarlo— me permitió confirmarlo.

Sujetos como Scherer existen en muchos gobiernos. En los anteriores, sin embargo, se consentía y alentaba su corrupción. Los propios presidentes de la República la conocían y permitían. Esos personajes duraban hasta el final, como ocurrió con Lozoya o García Luna.

López Obrador hizo algo distinto cuando tuvo conocimiento sobre los negocios de su exconsejero, cuyos tentáculos se extendieron a varios ámbitos.

El Presidente no denunció a Scherer —como algunos hubiesen querido y como probablemente sería lo correcto—, pero lo apartó de su administración y dejó claro (al decir que dejaba “su cargo y encargo”) que no debía volver a gravitar en la órbita de la 4T.

Había que disfrazar aquello de una salida amistosa, en gran parte para no darle una victoria a los adversarios. Aun así, AMLO claramente cortó cabeza.

Pero hay más: la forma en que Julio Scherer Ibarra se condujo en sus funciones —donde además de ser consejero jurídico fungió como una suerte de secretario de gobernación en la oscuridad, desde donde se involucró en múltiples negocios— generó mucha indignación entre un buen número de cuadros de la 4T, la mayoría de los cuales tienen un compromiso firme en contra de la corrupción y creen genuinamente en el ideario obradorista.

A todas ellas y ellos les agradezco que hayan aceptado romper el silencio. Porque el libro que escribí se nutrió en gran medida de los testimonios que ofrecieron funcionarios de la 4T en todos los niveles, incluso en los equipos de todas las corcholatas. Gente a la que le indigna lo que hizo el traidor de Palacio y no quieren que una historia como esta se repita.

De igual forma —y me disculpo por esta autorreferencia— no deja de ser un dato interesante que quien se decidió a contar esto no fue un periodista opositor, sino uno que desde el inicio ha simpatizado con esta administración. No será esa simpatía acrítica y dogmática que algunos obradoristas religiosos quisieran. Pero es la de alguien que cree en la esencia de la 4T y se toma en serio sus objetivos y valores.

Aun así, la mía no ha querido ser una lectura autocomplaciente, sino una crítica desde la izquierda. Digámoslo claramente: AMLO también se equivocó al no elegir mejores perfiles en algunas áreas clave de su gobierno (como las vinculadas al mundo de la justicia), al creer que la honestidad es hereditaria (porque de don Julio a Julito hay una distancia como la del Océano Atlántico), pero sobre todo al no reformar en serio nuestro disfuncional, putrefacto y corrupto sistema de justicia.

Al no hacerlo, uno de sus más cercanos colaboradores fue quien terminó por operar el negocio de la justicia en México… Esa historia no puede repetirse. Por eso escribí este libro. Los invito a leerlo.

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Capítulo 6 de Traición en Palacio

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Capítulo 8 de Traición en Palacio

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Te presento mi libro Traición en Palacio

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Lo que revela el caso Collado

Supongamos que eres un juez y tienes que resolver un caso en el que el imputado es el mismo hombre que metió a la cárcel a tu tío al dar a conocer unos videos. Supongamos que el caso que tienes que resolver es el de un grupo de abogados que después sacaron de la cárcel a ese mismo tío.

¿No tendrías un conflicto de interés y razones de sobra para excusarte?

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El Fiscal pudo ser espiado desde una oficina de abogados cercanos a Scherer

Hernán Gómez Bruera

El espionaje del que fue objeto el fiscal Alejandro Gertz Manero el 25 de febrero de este año pudo haberse efectuado desde una oficina alterna utilizada por el despacho del abogado Juan Antonio Araujo Riva Palacio, un socio clave del ex consejero jurídico de la Presidencia, Julio Scherer Ibarra.

En días pasados, tomé conocimiento de esto a partir de una fuente de inteligencia que encontró que el espionaje muy posiblemente fue efectuado por la firma Thomas Dale & Associates, una empresa de seguridad e investigación privada en Estados Unidos, dirigida por un ex jefe de la Policía de Los Ángeles, Thomas Elfmont.

La misma fuente me informó que el ilícito a través del cual se interceptó la llamada de Gertz Manero podría haberse llevado a cabo desde una modesta y discreta casa ubicada en la colonia San José Insurgentes de la Ciudad de México, con domicilio en Damas 94, a una cuadra del Teatro de los Insurgentes, donde figuran las actividades de esta empresa de seguridad.

A través de una simple búsqueda en Google puede corroborarse como esta empresa de seguridad efectivamente se ubica en esa dirección, también utilizada por los abogados Juan Araujo Rivapalacio y César Omar González Hernández, quienes deberán comparecer en la audiencia que tendrá lugar por el caso Juan Collado este 7 de abril.

Según la página de internet de Thomas Dale & Associates, se trata de una empresa global de investigación y seguridad basada en Los Ángeles, con oficinas regionales en Nueva York, México, Brasil, Venezuela, Colombia y Rusia, la cual emplea además a 300 expertos en todo el mundo (http://www.tdaltd.net/).

Lo que llama poderosamente la atención es que en 2011 esta misma firma fue acusada en Estados Unidos por contratar un servicio de espionaje para intervenir un celular en San Bernardino, California, en un caso que llegó hasta los tribunales, como consta en diversas notas periodísticas. (https://bit.ly/3NWL7LZ; https://bit.ly/3LLznKp)

En las mismas oficinas en la que tiene sede esta empresa estadounidense despacha ciertos asuntos el bufete Araujo, González, Peimbert, Robledo y Carrancá. Aunque su domicilio oficial está en  Francisco Sosa 349, en Coyoacán, es sabido que utilizan varias oficinas más. El predio de San José Insurgentes, en particular, es utilizado como un despacho alterno, posiblemente para disfrazar algunas de sus actividades y maquillar cierto tipo de negocios.

La casa en cuestión –donde Araujo y sus socios reciben notificaciones– se ubica justo en una de las esquinas de Damas con Mercaderes. Al parecer, se trata de dos oficinas interconectadas: una en Damas 94 y otra en Mercader 39. Damas 94 ha sido utilizado, por ejemplo, como domicilio legal en una denuncia presentada por empleados de Araujo en contra del abogado Paulo Diez Gargari por el caso Aleática. Además, es la sede de dos empresas del hijo de Araujo, Juan Antonio Araujo Garrido: Financiera Mutuo y Caliza, una empresa dedicada al desarrollo de proyectos solares fotovoltaicos.

En Damas 94 aparecen también registradas otras tres empresas mexicanas, aunque de capital suizo: una de ellas es una empresa de seguridad (otra más), registrada bajo el nombre de Glarus S. A. de C. V., según consta en el Registro Nacional de Inversiones Extranjeras de la Secretaría de Economía. Figura también una empresa de artículos de joyería y accesorios, Bernart S. A. de C.V., y una de servicios de limpieza de inmuebles, Mexico-Astralasia Student Services, S.A. de C.V.

Mercaderes 39, por su parte, fue utilizado como domicilio legal en un amparo presentado por Alonso Ancira, donde figura el nombre de José Manuel Quintanares, empleado de Araujo. También fue empleado por otro de sus colaboradores, José Antonio Sadurnit, en uno de los amparos tramitados a Radiópolis, e incluso figura como dirección de la revista Edicta + Estilo de Vida, editada por Araujo. No menos importante, el mismo domicilio ha figurado como sede de Arcafim, una sociedad financiera de objeto múltiple que es propiedad de Araujo.

Araujo Rivapalacio es uno de los socios más importantes del ex consejero jurídico, Julio Scherer Ibarra, como consta en el currículum de este último, y como él mismo lo reconoce en la extensa carta que publicó en Proceso. Tanto Araujo, como su socio, César González Hernández, sobrino favorito del ministro Juan Luis González Alcántara Carrancá, deberán acudir este 7 de abril a la audiencia que tendrá lugar en el Reclusorio Norte, como ya se ha dicho.

Durante el tiempo en que Scherer Ibarra fue consejero jurídico de la Presidencia, en este despacho se trataron –aparentemente por intermediación de Scherer Ibarra–, casos tan importantes como el de Cruz Azul, Alonso Ancira, Aleática, Emilio Lozoya, Emilio Zebadúa y el propio Juan Collado, por mencionar solo algunos donde se ha referido la existencia de un modus operandi extorsivo.

El 25 de febrero, cuando fue interceptada la llamada entre el fiscal general de la República y Juan Ramos López, fiscal especializado de Control Competencial, Thomas Dale & Associates tenía su domicilio en Damas 94, lo mismo que Glarus S.A. de C.V. Formalmente, aún lo tienen hoy.

¿Se tratará de una mera coincidencia que dos empresas de seguridad –una de ellas acusada de espionaje– figuren en la misma dirección que utiliza Juan Araujo para sus negocios? ¿Será que desde allí pudo haber sido espiado al Fiscal General de la República? Solo las autoridades competentes pueden aclararlo.

Algo debe saber ya el propio presidente de la República porque el 7 de marzo declaró durante la mañanera: “El hecho de que se graben así las conversaciones, o sea, eso no lo hace cualquier ciudadano, esos son despachos de abogados, grupos de políticos corruptos, espías”.

 

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Hay posible corrupción y modus operandi por parte de Scherer Ibarra: Hernán Gómez Bruera

 

Video de entrevista: https://aristeguinoticias.com/2403/mexico/hay-posible-corrupcion-y-modus-operandi-por-parte-de-scherer-ibarra-hernan-gomez-bruera-video/

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La corrupción de la Cooperativa Cruz Azul y la extorsión de sus directivos