Majluf y el negacionismo racial

Pablo Majluf hizo el ridículo en las redes sociales a lo largo del fin de semana. Todo empezó el miércoles pasado cuando tuvo lugar una mesa sobre racismo en México en La Hora de Opinar, con Leo Zuckermann. Ahí, Majluf dijo que somos un país mestizo, que la división entre personas con piel blanca y morenos es artificial, que en nuestra historia nunca ha existido una división racial y que este es un discurso importado, que emplea conceptos ajenos a nuestra realidad, y que sirve para fortalecer el “nacionalismo populista”. 

Durante el fin de semana tuve un intercambio de tuits con este sujeto en las redes sociales a partir de lo que estuvo publicando. Ante mis críticas publicó lo siguiente: “Gente como Hernán es precisamente el objeto de mi denuncia. Racializan a la sociedad con etiquetas importadas y lucran con ello para beneficio del régimen”. 

Una respuesta ridícula. Ahora resulta que la enorme desigualdad que existe en nuestra sociedad entre las personas de tez clara y las de tez oscura es un invento de los últimos tres años, y que la crítica al racismo apareció con este gobierno. Pero no solo eso: todo esto se hizo para beneficiar a AMLO.  

O Pablo Majluf es un absoluto ignorante o está actuando de forma muy, pero muy tramposa para deliberadamente ocultar el racismo que hay en nuestro país. Para empezar, el trabajo de varios historiadores está repleto de ejemplos sobre cómo desde tiempos de la colonia se impuso un sistema de desigualdad racial. 

Pero si Majluf cree que no hay racismo en México hoy, por qué no le pregunta a las personas de piel oscura, que según estudios tienen tres veces menos posibilidades de estar en el sector más rico de la población que las de tez clara. 

Si no existe el privilegio blanco, como él dice, que este analista nos explique cómo es que las personas de tez clara tienen en promedio el doble de años de escolaridad que las de tono de piel más oscura; o que por el simple hecho de ser blanco tienes una probabilidad 62% más alta de haber ido a la universidad que el resto de la población. 

Si Majluf cree que en México no hay privilegio blanco o ese es un “concepto importado”, que nos explique por qué es más probable que si eres de tez blanca seas empleador, a que seas empleado, e incluso que puedas acceder a mejores trabajos y a posiciones de mayor jerarquía. Y bueno la lista es mucho más larga. Muchos de estos datos pueden consultarse en mi libro, “El color del privilegio”. 

Luego está el argumento de que denunciar el racismo en México es fomentar la división entre los mexicanos; otra tontería. Como si por cuestionar la pobreza, por ejemplo, estuviéramos fomentando la desigualdad social. 

El racismo opera en la sociedad con o sin alguien hable del tema; es más, si no hablamos del tema podríamos decir que significa que existe más y es más grave porque ni siquiera hemos dado el primer paso que es reconocer el problema. 

Y bueno, finalmente cabe una referencia ante el argumento de que se está importando del extranjero el discurso antirracista. En primer lugar, esto desconoce toda la tradición activista e intelectual de la lucha antirracista mexicana. Pero lo divertido de esta crítica es que el propio Majluf toma, él sí como papel calca, las ideas de los conservadores británicos como Roger Scruton y Douglas Murray, como oportunamente denunció Federico Navarrete. 

En el fondo es interesante todo este espectáculo de Majluf porque expresa como nadie a esa élite whitexican que no entiende por qué le cuestionan sus privilegios. En ese sentido, Majluf es un espécimen ejemplar de cómo el privilegio blanco impide reconocer los sistemas de opresión cuando se ha obtenido ventajas sociales de este mismo sistema. 

En vez de reconocer cómo se ha beneficiado de un sistema racista, como lo hemos hecho muchos de los que somos de tez clara en este país, para este analista es más cómodo pensar que esta división es hecha por gente que quiere separar a los mexicanos y así fomentar la polarización para beneficiar a la 4T. 

Claro, siempre es más cómodo pensarse a sí mismo como víctima, que como un sujeto con beneficios por su tono de piel. Al final, más allá del berrinche y lo tragicómico de sus comentarios, Majluf no expresa otra cosa que esa resistencia a reconocer el privilegio blanco.