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Conversaciones sobre el hambre

Prólogo

LOS TIEMPOS INCIERTOS DE LA CIUDADANÍA

Gustavo Gordillo A manera de prólogo, me gustaría hacer un ejercicio de diálogo entre los entrevistados en este libro, centrado básicamente en el derecho a la alimentación y las condiciones de su realización en Brasil, con las reflexiones más contemporáneas en América Latina en torno a la democracia y a los problemas de la desigualdad, la pobreza y la desnutrición. La razón es simple: más allá de la relevancia que tiene para la Región lo que acontece en Brasil, el discurso de los derechos humanos y la discusión sobre las alternativas para el desarrollo de nuestros países –que encuentra una espléndida convergencia en la discusión sobre el derecho a la alimentación- marca probablemente el ritmo de una posible avenida de transformaciones progresistas. En ese sentido interesa documentar uno de sus itinerarios regionales.

Aunque sabemos que el mundo produce muchos más alimentos de los que se necesitan para atender las necesidades de sus habitantes, casi 800 millones de seres humanos -uno de cada siete- sufren hambre (FAO, 2002a). La superación de este flagelo no pasa tanto por aumentar la producción agrícola en los países en desarrollo, como tradicionalmente se pregonaba, sino por generar oportunidades de empleo e ingresos, así como por ampliar la posibilidad de comercializar los productos agrícolas generados por la población de esos países. El problema de la seguridad alimentaria mundial en el corto plazo no es estrictamente técnico, sino de carencia de medios de producción para satisfacer la demanda alimentaria, así como de la falta de poder adquisitivo de los grupos más necesitados tanto de zonas rurales como urbanas (FAO, 2000).

En América Latina y el Caribe, por ejemplo, existen casi 54 millones de personas que sufren hambre y desnutrición. Este número lejos de disminuir ha mostrado un aumento en algunas subregiones, siendo especialmente preocupante la situación de América Central y el Caribe. Sumado a ello hay más de 200 millones de pobres de los cuales 89 millones viven en extrema pobreza. La mayor incidencia de pobreza se encuentra en el sector rural, allí casi el 54% de la población vive bajo la línea de pobreza y el 31% bajo la línea de indigencia (CEPAL, 2002), lo que no le permite satisfacer sus necesidades alimentarias básicas a partir del ingreso que percibe. Los problemas de inseguridad alimentaria y pobreza se ven agravados por la desigualdad en la distribución de los ingresos. Más aun, las transformaciones agrícolas del último medio siglo han llevado a la agricultura de la Región hacia dos extremos: por un lado, una agricultura moderna, rentable, mecanizada, que utiliza agroquímicos y variedades de alto rendimiento, y por el otro, una agricultura de subsistencia, empobrecida, excluida y hambrienta (FAO, 2000).

En este contexto, el libro que se presenta a partir de una colección de entrevistas en torno al derecho a la alimentación en Brasil está cruzado, por así decirlo, por tres tiempos. Uno es el tiempo social ya que el debate sobre el derecho de la alimentación se desenvuelve en uno de los países con mayor desigualdad en el mundo. Otro es el tiempo cultural marcado por el itinerario que siguió el debate sobre el combate al hambre en un país que transitaba simultáneamente hacia la democracia. Finalmente está el tiempo político puesto que se trata de reflexiones sobre el derecho a alimentación vistas desde la coyuntura que se abrió con el triunfo del Presidente Lula en Brasil.

La confluencia de los tres tiempos desemboca en el tema que es probablemente el reto central de las democracias latinoamericanas: la construcción de la ciudadanía.