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Chiapas y la «mafia verde»

Dentro de Morena parece ya existir una definición de postular a mujeres para las gubernaturas de Veracruz, Morelos, Guanajuato, Jalisco, y probablemente Ciudad de México; en Jalisco y Yucatán los elegidos serían hombres. Lo demás está incierto.

Una entidad que podría terminar en un pleito fuerte es Chiapas, donde el PVEM tiene enorme influencia política, y el exgobernador Manuel Velasco busca hacerse nuevamente del poder a través de la exintegrante del PES, Sasil de León Villard.

Se cuenta que la hoy senadora morenista inició sus pasos en la política como asistente de Leticia Coello, la madre del “güero”, a quien le tiene una histórica lealtad. Para apoyarla, los verdes seguramente operarán como de costumbre: condicionando numerosas posiciones de poder y exigiendo una gran cantidad de prebendas económicas para alimentar su modelo de negocio.

“La mafia verde” —bautizada así por Paula Sofía Vázquez en un reciente libro— buscará proceder como lo ha hecho en estados como Quintana Roo, donde además de imponer en los puestos más importantes del gabinete de Mara Lezama —con algunos perfiles de pasado corrupto— también hubo que otorgarles contratos y concesiones millonarias en servicios públicos.

Llegar a este tipo de acuerdos tal vez no ponga en mayor predicamento a la senadora de León, a juzgar por su trayectoria. Recordemos que la Auditoría Superior de la Federación encontró en su gestión como secretaria del ramo femenil un desvío de 658 millones de pesos en la adjudicación de 94 contratos.

Pero más allá del terreno ético, hacer candidata a León Villard abriría un conflicto político de envergadura, pues según varias encuestas la senadora figura en un tercer lugar, con una distancia de entre 25 y 30 puntos sobre el puntero, Eduardo Ramírez.

Si la dirigencia de Morena honra el compromiso político que la propia Claudia Sheinbaum promovió, uno de los criterios más importantes para decidir cuáles son las cinco mujeres que encabezarán las candidaturas, es que se trate de perfiles competitivos y no exista una diferencia de más de diez puntos con el hombre ganador.

Difícilmente Ramírez renunciará a ser el candidato si el día 10 de noviembre se confirma que tiene una intención de voto cercana a los cuarenta puntos para gobernar su estado. En caso de no ser favorecido, es altamente probable que busque un camino alternativo para hacerse de la candidatura.

Y aquí la gran perversión es que el PVEM —cuya lealtad principal es con la cartera de sus dirigentes y socios— podría hasta entrar a negociar con Ramírez darle la candidatura por fuera de Morena, siempre que el senador acepte sus ambiciosas condiciones. Algunos creen, incluso, que por ahí va el cálculo.

Porque en eso consiste el juego del Partido Verde: Ese que —como explica Vázquez— oscila entre la política mafiosa de ingeniárselas para que siempre les deban un favor, venderse al mejor postor y chantajear cuando consiguen lo que buscan.

Eduardo Ramírez no es la santidad encarnada, pero no pesan sobre él el tipo de cuestionamientos que tiene de León. Más importante aún, su candidatura está hoy mucho más anclada en Morena que en los intereses del PVEM y Manuel Velasco.

Al final, la dirigencia del partido guinda tendrá que valorar en qué posición quiere negociar el apoyo de los “ecologistas”: desde el entreguismo a priori que representa la candidatura de León o desde una postura de mayor autonomía, como la de Ramírez, que evitaría una fractura.